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Escaparate ignorado

~ La actualidad examinada

Escaparate ignorado

Archivos de autor: Ángel Aguado

De cómo el conocimiento de Cervantes templa los corazones de los jóvenes

21 jueves Mar 2024

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Gabriel de Araceli

—La juventud, amigo Sancho, es ese momento en la vida de las personas en el que los corazones se inflaman de emoción y afloran los amores desbordados, las pasiones nublan el entendimiento, el alma se llena de virtudes que hay que promocionar y de disparates que es menester atemperar o suprimir para que el recto proceder y el entendimiento pausado florezcan en el hombre y rijan su destino y hagan su existencia provechosa y feliz.

—Así ha de ser, señor don Alonso, si vuesa merced lo asegura. ¿Y quién es ese caballero que con tan vehemente y sobrio proceder y con tanta diligencia, soltura y verbo endecasílabo se dirige a ese grupo de gráciles doncellas y esbeltos caballeros que escuchan sus palabras con admiración y aún con impaciencia, pues cortas se les hacen a pesar de su abundante prosopopeya y su destacado énfasis en pronunciarlas?

—Es el muy ilustre y sabio caballero don Emilio Pascual de la Blanca Luna, el Caballero de Tejares y de Gaula, que con su decir fluido y templado les hace referencias de nuestras andanzas manchegas y quiere que ellos tomen ejemplo de las escasas virtudes que pudieran aprovecharse y eviten los disparates abundantes que cometimos en nuestro itinerario desventurado.

—Y, ¿qué sitio es este tan doctoral en el que abundan los bachilleres ávidos de conocimiento y aún de saber de nuestras tristes aventuras por las tierras de los molinos, que parece casa solariega e importante y de temple salmantino?

—Es un lugar noble ubicado en la Corte, que llaman Instituto de Enseñanza Media Cervantes, que lleva como así parece el nombre de nuestro hacedor, levantado ha ya largos años para la enseñanza y promoción de las buenas maneras entre la mocedad. Pero evita, amigo Sancho, las enjundiosas preguntas que tu deseo de saber arrecia por tu boca y escuchemos las serenas sentencias del caballero don Emilio de Tejares y de Gaula desde este emplazamiento reservado que ocupamos en lugar escondido en este salón de actos, sin ser visto por ninguno de los presentes, que a buen seguro que también a nosotros nos resultarán sabias, alegres y festivas.

 

«…Cervantes se basó en su conocimiento de la literatura de Itálica, y aún del Decamerón, esa colección de cuentos que un grupo de nobles selectos se cuentan para recrearse y huir de la peste bubónica, para trazar su novela. Don Quijote es el protagonista, porque en toda novela tiene que haber un protagonista, un caminante desfacedor de tuertos y agravios, ávido de justicia movido por el bien que anteponga la virtud y el idealismo en sus acciones, aunque sean disparatadas. Y para compensar, o hacer más terrenas sus acciones erróneas y alocadas contrapone la figura de Sancho, un hombre sin cultura y primario, pero con sobrados dotes racionales como para advertir al amo de que sus locuras rozan la temeridad y que ese proceder le llevará al abismo, como así sucede en la mayoría de las aventuras que acometen, ya sea la de los molinos de viento, la aventura con el gallardo vizcaíno, o la de la cuerda de galeotes y la Santa Hermandad, o la descomunal batalla con los cueros de vino…»

—Que me place escuchar al caballero don Emilio de Gaula y Tejares, que por su boca no salen más que buenas razones y cordura y corrobora lo que yo siempre le advierto y vuesa merced ignora: que no eran gigantes, sino molinos; que lo de liberar a condenados a galeras no es si no contravenir las leyes de la justica; que hacer bien a villanos es echar agua en el mar; que por quien bien tiene y mal escoge, por bien que no enoje no se venga; que no es la miel para la boca del asno y que los que buscan aventuras no siempre las hallan buenas y que

—Calla, amigo Sancho, que el torrente de tus sentencias acosa al entendimiento y enoja el carácter y escuchemos al conferenciante que parece que habla ahora sobre las mujeres y tal vez se refiera a mi amada Dulcinea.

«…la sin par Dorotea, dama noble y educada que sabía leer, algo difícil de encontrar en aquellos tiempos aún entre los hombres, incluso no deseado porque la lectura iluminaba el pensamiento crítico, aireaba los espíritus y despejaba las almas de doctrinas y temores, algo que la religión o el poder civil, el poder real, del Rey, veían para sí como peligroso y procuraban evitar para tener bien atados en la religión, en la ley, en el temor y en la ignorancia al populacho. Y era Dorotea señora refinada que tañía el arpa. La música compone los ánimos descompuestos y la lectura edifica las conciencias. Y la que es deseosa de ver, también tiene deseo de ser vista y oída. Dulcinea, sin embargo, es una fabulación que sólo existe en la mente de don Quijote, una mujer rústica y poco agraciada que el ánimo enamoradizo del caballero convierte en ideal de belleza y virtuosidad…»

—A fe mía que este caballero miente como un bellaco y dispuesto estoy con la fuerza de mi brazo a hacerle rectificar de tan necias palabras y obligarle a acudir al Toboso para que rinda homenaje a la sin par Dulcinea y proclame por el mundo entero la belleza de mi dama, y aún aquí, delante de esta audiencia, hacerle abominar de sus mentiras y errores que ha vertido sobre mi señora.

Y levantándose de súbito el caballero empuñó la espada aún con dificultad en el paso, dispuesto a cercenar por el gollete al conferenciante por sus mentiras.

—Deténgase vuesa merced, señor don Quijote, y no pierda el juicio por asunto tan baladí, que Dios, que da la llaga, da la medicina; que los que buscan aventuras tan disparatadas como enfrentarse a otro caballero no siempre las hallan buenas; que quien busca el peligro, perece en él, y sigamos escuchando las palabras del caballero, que de seguro que en ellas encontraremos verdades provechosas y no pida por fuerza lo que pueda tomar de grado.  

Obedeció aún con reparos el caballero las palabras del criado, que aunque cegado por la ira su paso era vacilante y su cuerpo mezquino, y no atendía, por carecer de fuerza y equilibrio en razón de su edad, la cerrazón de su mente. Y sentados nuevamente tras el telón escucharon las palabras de don Emilio.

«…sí, don Quijote muere en la primera parte. Y cuando Cervantes conoce la intrusión en su novela de la copia que hace Avellaneda para lucrarse de su éxito, decide escribir la segunda parte. No se sabe bien quién fue ese Avellaneda, se piensa que fue amigo próximo a Lope de Vega, que fue este rival y poeta envidiado a la vez por Cervantes, autor casi desahuciado para la literatura en su momento. Pero entraríamos en el terreno de la especulación. Y para resucitar a don Quijote, don Miguel recurre a un viejo truco muy utilizado ahora en el cine, el uso del “flash back”: introducir en medio del relato una acción pasada y volver la vista atrás en la narración y contar otra historia que mantenga la tensión con personajes, lugares y acciones desconocidos. Es a lo que cualquier guionista cinematográfico recurriría ahora: acciones o tramas paralelas. He aquí la modernidad del relato cervantino, que es muy cinematográfico. No se rompe la continuidad de la historia y mantiene el interés a lo largo de todo el cuento. Ya sabéis: planteamiento, nudo y desenlace. Cervantes alarga constantemente el nudo en medio del desenlace que el lector ya conocía, pero lo hace de tal manera que el lector no ha advertido el final anunciado. Lo que ahora llamaríamos el “Toque Lubitsch”, sugerir al espectador por medio de relatos que construya con su imaginación sucesos que no se han contado. Y eso lo hace a través de un narrador omnisciente que pasa desapercibido para el lector, pero que es el principal muñidor y contador de la historia: Cide Hamete Benengeli…»

 

—A fe mía que este caballero cuenta aventuras que jamás imaginé y novedades literarias desconocidas que los siglos venideros arrastraron sin nosotros, que somos personajes de otras épocas y más propios de sentir el temor en nuestros huesos y aún sus efectos en carnes propias, como sucedió en aquella desdichada aventura de los batanes.

—Calle vuesa merced y no mencione la horca en casa del ahorcado, que tripas llevan a pies, que no pies a tripas; que la culpa del asno no se ha de echar a la albarda; y que todo el mal nos viene junto, como al perro los palos.

—Así ha de ser y mejor no meneallo. Y sigamos escuchando las pláticas del caballero don Emilio, que parece que llegan a buen fin.

«…así que Cervantes, con su distribución secuencial de capítulos, bien podría ser en la actualidad un guionista de éxito de esos que construyen historias que arrastran al público a la esclavitud de las series televisivas, que incluso introduce en el Quijote una historia ajena por completo a la trama principal: “El curioso impertinente”. Un recurso para prolongar la novela encajado perfectamente en la trama principal a pesar de no poseer ningún vínculo narrativo con ella. Y cada capítulo de la novela es un capítulo con identidad propia, con planteamiento, detonante o punto de ruptura narrativo, con extenso desarrollo y con final propio, como debe ser todo cuento o relato que se precie de satisfacer al oyente, nada de dejar las cosas a medias. Cuando una puerta narrativa se abre hay que cerrarla después, no se puede quedar nada a la fantasía del lector, hay que dejar todo atado y bien atado. Y que explica también lo que antes decíamos del analfabetismo del pueblo: los que escuchaban el relato leído eran entonces lectores de oídas. Y la lectura un entretenimiento muy deseado. No como los espectadores televisivos de ahora, que apenas si leen un libro y pasan su tiempo de ocio postrados frente a las pantallas, bien televisivas o telefónicas, recibiendo sin oponer reparo alguno la información capciosa que los poderes desean trasmitir».

Y en eso el reloj de la Puerta del Sol dio la una de la tarde y dio final también la conferencia y los estudiantes rompieron en un aplauso ovacionando al narrador cervantino y la audiencia, alegre y movediza como era, corrió a la escena a felicitar a don Emilio de Gaula y Amadís y a fotografiarse con él como si de una estrella de rock se tratara, que fue para ellos novedoso todo lo escuchado y tal vez sirviera para aderezar aún más el alma de tanta juventud gozosa y animada.

—Que me place mucho escuchar a este caballero que dice tan serenas verdades, que espero que sean provechosas para las almas juveniles la lectura de nuestras aventuras.

—Así es y así ha de ser, señor don Quijote, que el bien que viniere de sus palabras, para todos sea; que la rueda de la fortuna anda más lista que una rueda de molino y hemos tenido la suerte de que ruede con nosotros; que cuando viene el bien, mételo en tu casa; y que el que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no se debe quejar si le pasa y que

—Calla, Sancho amigo, que pareces prelado en púlpito arrojando por tu boca torrente de proverbios. Y vayamos a ocultarnos en la penumbra de ese telón antes de que el público asistente descubra nuestra presencia y nos acometa con sus cuestiones y demandas, que son jóvenes y tienen todo por descubrir y yo no sabría nada qué decirles.

Y amo y criado se escondieron tras unos cortinones que en el salón del instituto Cervantes había mientras los bachilleres aclamaban al conferenciante.


Fotografías de Terry Mangino

El caballero don Emilio de Gaula y Amadís rodeado de sus jóvenes oyentes.
Grabado de Gustavo Doré
El caballero don Emilio de Tejares y Alcalá rodeado de los bachilleres del Instituto Cervantes homenajeando a don Quijote.
Grabado de Doré
Los bachilleres del Instituto de Enseñanza Media Cervantes, de Madrid, escuchan el pasado 20 de marzo a don Emilio de Tejares, caballero de los espejos de plata.
Grabado de Gustavo Doré

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Las bibliotecas mágicas habitadas por libros imaginarios

Palabras de Emilio Pascual

Pepiño Carvalho tras las huellas de don Quijote


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Viaje a Soria

19 martes Mar 2024

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Agustina de Champourcín

—¡Arrastro! —y el tío Pascual tira sobre el tapete el siete de oros.

—¡Las cuarenta! —canta el tío Emilio. Y se apuntan la partida de “subastaoo”.

—¡Otra de anís para todos!

Y Alfredo y Pedro, dos pardillos madrileños que visitan Tera por primera vez, pagan la ronda dispuestos a congraciarse con los paisanos de este pueblecito, a un paso de Soria, que se arrejuntan la tarde del viernes en el bar, sólo abre los fines de semana, para olvidarse de la soledad que invade Castilla.

—Si queréis terminamos con un mus, que aún queda mucha tarde —el reloj de la iglesia acaba de dar las ocho.

Ruinas de San Juan de Duero

—Otra de anís para todos y dos de torreznos —indica Alfredo, quizás para evitar el sonrojo de la más que previsible derrota que les infligirían los devotos sorianos de las estampitas de Heraclio Fournier. Y corre también la cerveza para quitar la sed y el vino para disfrutarlo. La tertulia comienza, las almas se expanden y las bocas se sueltan exteriorizando los pensamientos que ocupaban los interiores rocosos del intelecto antes de que los naipes los expulsaran por la lengua, el mejor remedio para evitar las penas, la conversación. A medida que aumentan los vapores se disipan los recelos. ¡Y el subastaoo!

El bibliobús pasa cada dos semanas por el Valle de Tera y cambia los libros serios a los vecinos y los infantiles que ha dejado la bibliotecaria en la guardería comunal, que recibe niños de los pueblos vecinos. Tera tiene treinta habitantes censados, según dice Ana, una señora casi nonagenaria que toma el sol de marzo junto a otras cuatro vecinas. La señora Ana fue la menor de ocho hermanos, quedó huérfana de madre a los siete años. A su padre le mató la guerra de su Excremencia un poco después, los falangistas. Marta, la enfermera de la Junta de Castilla, toma la tensión de Ana y de sus cuatro compañeras. Y la de todos los vecinos de siete pueblos cercanos. Si ve algo sospechoso los envía al médico de zona. A aquella despoblación masiva le ha seguido en la actualidad una repoblación activa de gentes de todos los orígenes que ven en Castilla el lugar donde aliviar sus penas. Y vuelven los que se fueron a sus orígenes. Félix, septuagenario, el hijo de la señora Ana, cuenta que unos primos, descendientes de un tío abuelo que emigró a la Argentina hace cien años, han pedido al Registro Civil de Tera el certificado de nacimiento de su antepasado para acreditar su origen y solicitar la nacionalidad española. “Allá viven en la miseria, y con el de la motosierra, peor, sueñan con volver a Soria”, cuenta Félix. “Yo me llamo Margarita Recoleta y vengo de Venezuela”. “Yo me llamo Celia Cruz y vengo de Cuba”. “Yo me llamo Linda Flor y vengo de Santo Domingo”. “Y yo me llamo Ligia Elena, y vengo de Colombia porque nunca llegó mi trompetista a darme ninguna buena nota”. Linda Flor y Ligia Elena y Celia Cruz y Margarita Recoleta son las cuatro señoras, mucho más jóvenes, que acompañan a doña Ana en la soleada mañana de Tera. “Doce ocho, las cuatro, tensión de manual” dice orgullosa Marta, la enfermera. El azar es uno de los nombres del destino. Sí, ¡la vida te da sorpresas!

Ligia Elena desayuna almendras en el patio de su casa aprovechando el sol de la mañana.

Bandadas de buitres leonados sobrevuelan los cielos de Molinos de Razón, de Valdeavellano de Tera, de El Royo, de Sotillo del Rincón, de Aldeaseñor y su torreón, palacio del señor de Gormaz… Vuelan las rapaces por el acebal de Garagüeta, por Ventosa de la Sierra, por Navabellida, por Aldeacardo, por Almajano, por Oncala y su puerto de montaña, 1453 metros sobre el nivel del mar, Por Chavaler, por Taniñe…

 Sí, son pueblos apenas habitados, calles desiertas y parajes que recorre en su Seat 600 Javier Martínez Romera, historiador y aficionado a los vehículos. Ha llegado a tener también un Seat 1500, un Lancia Stratos, un Audi Quattro y un Toyota Celica, aunque él, como caballero castellano muy discreto, nunca lo reconocería. Ágreda es un pueblecito deslavazado, tirado sobre el terreno sin orden ni concierto, calles estrechas se suceden como un aluvión de monumentos donde ubicar una leyenda de Gustavo Adolfo. Por el laberinto de Ágreda, fronterizo entre los reinos de Navarra, Aragón y Castilla, crisol de culturas cristianas, árabes y judaizantes, mezcla de pueblos que estuvieron enzarzados en guerras y disputas durante siete siglos, Javier cuenta al visitante la historia del lugar en su castellano académico digno de Gerardo Diego:

Gerardo Diego se lo hace leyendo a Juan Ramón.

«El califato de Córdoba utilizaba a los bereberes procedentes de las montañas del Atlas como fuerza de choque, igual que hizo su Excelencia durante la Guerra Civil con los moros. Les salía barato y así se libraban de ellos, de natural beligerante y montaraz, y podían recrearse en los jardines de la Alhambra o invocar a Alá en la mezquita. En Ágreda vivió toda su vida, de 1602 a 1665, la beata sor María Jesús Coronel y Arana, abadesa y consejera política de su majestad Felipe IV, al que nunca vio personalmente pero con el que mantuvo una extendida correspondencia como asesora en los asuntos mundanos de Estado. ¡Una religiosa que nunca salió de su pueblo como consejera real! El reinado de Felipe IV se encalló en las guerras de Flandes que provocaron que a ellas se destinaran muchos recursos y que el reino quedara exánime. Y fuera el heredero del trono, el hechizado Carlos II, el que cargara con el sambenito de provocar la ruina del Estado, si bien la gestión económica del poco agraciado hijo fue notable y evitó con su buen tino la quiebra total. En ambos personajes, la monja y el rey, se concretan esas formas de conciliar lo divino y lo terreno tan propias de la Iglesia y de la Monarquía española. Lástima que no coincidieran jamás, porque de haberlo hecho, seguramente el Rey Planeta hubiera añadido otro descendiente más a su larga lista de hijos bastardos, extramatrimoniales se dice ahora, el treinta y uno. Si bien ella, algo hubiera conocido del amor humano y no fuera, como así sucedió, virgen y entera a la tumba”. ¡Quien evita la tentación evita el pecado! Pero ganó la gloria».

Los caminantes reanudaron el camino y en esto descubrieron trescientos o cuatrocientos molinos de viento que hay en aquel campo alto de Soria pura, cabeza de Extremadura. Y así como don Simón los vio, dijo a Rafita el canario:

—La ventura va guiando la fortuna de las energéticas, que han sembrado de aerogeneradores eléctricos esos oteros y colinas elevadas por donde antes ramoneaban las ovejas y son ahora pasto de los kilovatios sin que reciba el vecino reducción ninguna por su consumo.

—Así es —respondió Rafita el canario, hombre de natural sobrio y poco amigo de palabras vanas—, que mientras que las eléctricas se enriquecen más y más el precio del kilovatio hora se eleva más aún, como esas torres que nublan el horizonte, y al usuario no le queda otro remedio que privarse del uso de la calefacción y volver al brasero de leña para calentarse, o al hornillo de astillas para templar el cocido; que siempre encuentran excusas las energéticas para justificar el alto precio de la energía que imponen a su voluntad, que si la ausencia de viento, que si la sequía ahoga la producción hidroeléctrica, que si desmantelan las nucleares, que si el costo en origen del gas o del petróleo se ha encarecido con las guerras porque la guerra es padre de todo, que decía Heráclito, o que si las nubes tapan los bosques de placas fotovoltaicas que han sembrado en estos horizontes infinitos que antes eran prados donde pastaban las merinas, y maniobran secretamente para que el precio de la energía se mantenga elevado como su cuenta de resultados y no le queda más remedio al pobre vecino que pagar el recibo o, en el caso improbable de poseer un terrenuco, alquilarlo, para que en él se encumbre otra torre donde bracee el gigante Briareo de los vatios para hacer aún más ricas las cuentas de resultados de las eléctricas y puedan las juntas de accionistas dedicar una limosna a labor social y anunciarse como defensoras del medio ambiente mientras que al vecino apenas le consuela el descuento porque no a todos les convence el remedio y pugnan y se contradicen y llegan al enfrentamiento entre ellos y a la enemistad vecinal, cuando no a la violencia y familias que habían vivido en convivencia durante generaciones son ahora enemigas íntimas y no se hablan e incluso se perjudican mutuamente, todo ello por el precio de la luz y la ubicación conflictiva de los gigantes braceadores.

Y Rafita el canario no dijo más, volvió al silencio la jornada entera y aún varias jornadas venideras, atemperado en el habla como él era, don Simón, artesano carpintero, de quien él hizo esclava la paciencia, escuchaba en silencio su silencio.

Campanario de San Pedro Manrique.

 Villas de torres desmochadas o con orgullosas espadañas donde las campanas bicentenarias marcan los acontecimientos sorianos. Raquel, una vecina, se dispone a enseñar al viajero el esplendor de su pueblo. Tiene Fuensaúco un antiguo lavadero que recoge en sus muros interiores paneles fotográficos donde se cuenta la historia humana de sus habitantes a lo largo de siglo y medio. Y de aquel premio de natalidad del 26 de febrero de 1944, otorgado por el Instituto Nacional de Previsión a Isabel Sanz Lázaro por los dieciocho hijos que tenía con Esteban Pérez Lázaro, se ha pasado a los cinco vecinos que ahora duermen ahí. Lucha Fuensaúco contra las macro-granjas de cerdos que quieren instalar fondos de inversión ajenos en terreno tan despoblado, protesta contra los purines que contaminarán ríos y valles. Pocas voces, poco ruido para impedir la asfixia de un pueblecito condenado por la codicia de la industria cárnica. Asfixia como la del joven Lucas Martínez, que murió “axfisiado” el 14 de noviembre de 1929 por inhalar el aire de una calera donde se refugió para pasar la noche, vapores tóxicos lo mataron, según recogía el diario el “Porvenir Castellano”. Tenía 28 años. El general Primo de Rivera dimitiría dos meses después.

“Ahora son zarzales y lagunas. Campos de soledad, mustio collado… las torres que desprecio al aire fueron a su gran pesadumbre se rindieron…” El tiempo detenido en las piedras del camino talladas con los nombres de los caminantes, lápidas falangistas que recogen sólo el nombre de sus héroes, los muertos por dios y por España. ¡¡Presentes!! Relojes y campanas. Canecillos lujuriosos de los ábsides románicos tallados en la arenisca de la ermita románica de Tozalmoro, figuras femeninas que exhiben su sexo sesgado como incitando al fornicio para la procreación y poblar con el resultado de su vientre estas tierras despobladas. San Pedro Manrique, despoblación. Sotero Ruiz Marín tiene 89 años, pero recuerda como si fuera ayer la celebración de sus 22 cuando en las fiestas de Magaña llevaba ya 19 vinos, algo, al parecer, diario. «Pero mi hermano llevaba 74 y le tuvieron que traer a hombros. Murió mucho después con el hígado estropeado. ¡A ver! Y aquí les dejo en buena compañía, que disfruten, que yo me voy con Alegría (Martínez Hernández, 83 años) y su primo Carlos (Martínez Sáenz, 85 años) a jugar al tute, o al mus, o al guiñote». Y se fue. Don Ricardo Hernández, de Valdegeña, nonagenario, en quince días se irá a una residencia de mayores, aún conducía su viejo coche hace un mes, pero lo vendió, le venció el tiempo, “la vida es una sucesión de renuncias, el tocino no es de ovejas” dice, aunque tiene fuerzas para guiar a los visitantes hasta la iglesia construida sobre la antigua sinagoga en lo más alto del pueblo, dónde si no. La superposición de las culturas y la imposición de la más fuerte. Y para hablar de los bandoleros que a finales del siglo XIX asaltaban a los vecinos y caminantes por la sierra donde ahora bracean los molinos: «Entonces robaban como ahora los políticos». O de los tejeros venidos de Extremadura que fabricaban las tejas en los tejares de Valdegeña y después de venderlas regresaban a su pueblo. Trashumancia de ganados y personas. Relojes de sol que sólo dan las horas de los buenos días. Blasones y relojes romanos, la numeración, campanarios, la huella del tiempo testimonia el paso de los que nos precedieron. Indianos, también aquí, que se construyeron casonas solariegas de piedra en Narros o en Magaña o en Trévago. Y el silencio que se oye y se adueña del crepúsculo convierte la tarde, en Yanguas, en inmensidad de abandono o soliloquio eterno. ¡El silencio! Soria pura.

Carlos, Alegría y Sotero se preparan para la partida vespertina de guiñote en San Pedro Manrique.

Por las calles de la capital Rosario Consuelo, docta profesora de la Universidad de Castilla, relata a los forasteros el itinerario hacia el patíbulo que llevaron Pascuala Calonge, la reina de Tardajos, y su amante José Díez Moreno el 18 de abril de 1846, por el asesinato del marido de ella, Valentín Lacarta, hecho ocurrido un año antes. Aquello conmocionó a la población, que asistió con curiosidad morbosa a la ejecución a garrotazo vil. Rosario Consuelo ha publicado en forma de libro la extensa investigación sobre el caso que le hizo recorrer archivos, sacristías, audiencias y ayuntamientos por toda la comarca hasta desvelar las claves del suceso: “Crimen y castigo de la reina de Tardajos”.

No fue ese el único suceso macabro que conmocionó a la provincia. La historia se repite casi punto por punto y 107 años después, en 1953, otro suceso similar conmocionó a la provincia soriana. Muy cerca de la pedanía antes citada, en Ribarroya, un vagabundo, Carlos Soto Gutiérrez, al borde de la oligofrenia, violó y asesinó a la niña Purificación Tejero y huyó por los montes y quebradas hasta que fue detenido por la Benemérita apenas unos días después. La suerte que corrió fue la misma que la de Pascuala.

—Pero no todo son crímenes horrendos, que también hay sitio para el amor en Soria. Y nada como el amor, casi pasión enfermiza que hechizó a Machado, don Antonio, cuando conoció a la niña Leonor —refiere Marina, soriana y enfermera de almas que guía a los viajeros por el recorrido enamoradizo del poeta y su joven esposa—. Tuvieron que esperar a que ella cumpliera los quince años para casarse. Él, un hombretón de 32 años, ella, una niña de 13. Hoy hubiéramos condenado el caso, pero entonces eran otros tiempos. Sí, 1907. Ya se sabe. Leonor regresó de París, donde se había trasladado la pareja un año antes, posiblemente para evitar maledicencias, muy malita y gracias a la ayuda que al poeta dispensó otro poeta, Rubén Darío. Leonor apenas duró tres años más, falleció en 1912, dejando sin resonancia el corazón y la vida de Antonio.

El día de la boda de Antonio y Leonor, 30 de junio de 1909.

¡Ay, qué bonito es el amor en Soria! Que se lo pregunten a Dionisio, aquel hombre, poeta, rebelde, melancólico y soriano que las enamoraba a todas con sus versos, por más que él asegurase que era mucho Ridruejo y pocas nueces: Marichu de la Mora, Von Podewils, Gloria, Pilar, Maruchi Fresno, María Luisa Gefaell… ¡A todas!

Soria está allí, por donde tuerce un río
y unas piedras se queman y un castillo
ha muerto en pie y un árbol amarillo
será cuerpo glorioso y está el frío.

Estuvo allí. Marchó con el hatillo
del pastor hacia el Sur y en el navío
del emigrante al mar. En su vacío
fue nevando al ayer lento y sin brillo.

Y Soria ya no es tierra y va brotando
de haber sido de ayer y de la nieve,
clara de estar lejana y ser memoria,

con sus álamos quietos escuchando,
sobre el Duero de luz y olvido, un leve
murmullo que la va creando: Soria.

Canecillo de la iglesia de Tera
Blasones reutilizados en una calle de Ágreda
Ricardo Hernandez, vecino de Valdegeña.
Oncala de Abajo. origen de la familia de Dionisio Ridruejo.
Patio de los leones en Ágreda.
Noticia aparecida en noviembre de 1929 sobre el accidente mortal de un joven de Fuensaúco.
Premio de natalidad otorgado a una vecina de Fuensaúco.
Friso frontal de una puerta en Valdegeña.
Interior de la iglesia de Almajano.
Marta toma la tensión a Ana en Tera.
Plaza Mayor de El Royo.
Tempus Fugit.
Placa falangista en San Pedro Manrique.
Soledad de una calle vacía en San Pedro Manrique.
Las cigüeñas son los únicos habitantes de algunos pueblos sorianos.
Carlos, Alegría y Sotero, vecinos de San Pedro Manrique.
Campanario de San Pedro Manrique.

Enlaces relacionados:

No sabe de edad don amor

San Baudelio de Berlanga

Soria, poetas, santos y amores turbadores

Dionisio Ridruejo: Rebelde con causa

Dionisio Ridruejo: Corazón loco

Crimen y castigo de la reina de Tardajos


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8M: Sí, era ella

10 domingo Mar 2024

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Carmelita Flórez y Terry Mangino (también fotos)

—Sí. la reconocí después, visualizando las tarjetas de memoria de las cámaras. La guardiana del orden de aquel tramo de la manifa se empeñó en que no podía hacer fotos, y yo pasando de ella, claro, que no se pueden hacer fotos, oiga, caballero, y yo que yo hago fotos, señora, que esto es la vía pública, Atocha, y el derecho a la información no puede ser restringido por nadie y mucho menos por usted, señora, aunque lleve un palo, porque llevaba un palo como de escoba que me cruzaba delante a guisa de barrera con el que me impedía acercarme a las mujeres de la batucada, y yo regateando como si me acercara al área enemiga en una final de la champions, ella la defensa central, tremenda muralla, obstaculizando al delantero con mañas arteras y zancadillas, la muy ladina, eran un montón de señoras zurrándole a los tambores y yo tiré varias ráfagas con el angular buscando el mejor encuadre sin fijarme mucho en ninguna mujer en concreto y buscando la noticia porque me perseguía la bruja de la escoba. Sí, vi que las mujeres de la percusión me miraban indiferentes cuando no despectivas, ellas a lo suyo, golpeando con saña a los parches como si fuera, porque lo era, un hombre, y que en una esquina ella fijó sus ojos en mí, pero bastante tenía yo con sortear a la guardiana, así que me escabullí por la Cuesta de Moyano como si fuera a buscar un libro de Galdós, debo reconocer que sentí la mirada de ella en el cogote, donde también me pegó la cancerbera con la escoba.

—Los de tu profesión se creen invencibles e invisibles por llevar una cámara y que eso les garantiza la inmunidad y les abre cualquier muralla por elevada que sea.

—Y después, ya en la calle Alcalá, porque en el Paseo del Prado, donde comenzaba la manifa gorda, había pocas manifestantas, muchas menos que otros marzos, casi eran grupos de amiguetes, bueno, amiguetas, que se hubieran juntado para celebrar la despedida del viernes por la tarde y hacerse unas risas, nada que ver en comparación con años anteriores que no podías llegar a Cibeles desde Callao porque estaba todo abarrotado de público, ahora el tráfico abierto por los carriles de bajada hacia Atocha, muchos coches circulando, te decía que después, en la calle Alcalá esquina a Gran Vía, donde pone su caballete Antonio López, otra guardiana me preguntó que si era periodista, y le solté que sí, de la Associated Press, y ella se quedó como pasmada, que no sabía si la vacilaba, porque lo de la pancarta contra la abolición… acuérdate, en septiembre del veintidós, las trabajadoras del sexo se manifestaban frente al Congreso pidiendo que las dejaran trabajar, que no les tocaran el c…, y esta pancarta enfrente del Banco de España, donde tirotearon a Prim, justo lo contrario, así que seguí para arriba, para el Capitol, ¡qué gustazo pasear por el centro de la Gran Vía sin coches!, y ahora pienso que era ella, sí, por los ojos con los que me mira en la foto, que era ella la que le pegaba al bombo en la esquina de la fila de Atocha, donde me asediaba la bruja de la escoba, tal vez, de haber ido de su brazo ese mismo momento por Gran Vía nos hubiéramos dejado llevar de todas las fantasías y ensueños que hace ya tantos años no hicimos por pudor, quizás por inexperiencia, o por vergüenza, que entonces todo estaba por descubrir y sólo una mirada de sus ojos organizaba el universo en el que ella era el sol en el que giraban todas mis órbitas. Por qué no miré antes por el visor de la Nikon, por qué no la descubrí de nuevo… ¡Ay, que la perdí, entonces y ahora!

Trabajadora del sexo manifestándose contra la abolición de la prostitución. No, ella no asistió a la manifestación del 8 de marzo. Carrera de San Jerónimo, 11 de septiembre de 2022.

—No te crucifiques, Terry. Tu obligación es la información y a ella te debes. Cumpliste con tu deber y tu anhelo gráfico lo prueba.

— Ni siquiera eso, que la manifa que subía por Gran Vía parecía que huía de la de Atocha, como si fueran enemigas empeñadas en reprocharse mutuamente los mismos argumentos, cuando las dos manifestantas, no digas manifestantes porque te pueden ahorcar, reivindicaban los derechos de las mujeres, puro desencuentro, que se liaron entre ellas con lo de la ley trans y con la abolición y todo era confusión y yo ya me sentía apaleado con tanta mirada reprobatoria de las señoras, como si dijeran fuera, fuera, fuera que eres un hombre. Así que me entró la culpa reflexiva y me puse a pensar, tal vez porque el embrujo inconsciente de su mirada me hirió como Venus a Adonis en el cuadro de Annibale Carracci, que allí estaba de más, hacía un frío que te helaba el alma, y me fui para la redacción a editar mis imágenes. Y fue entonces, en la pantalla del ordenador, cuando la vi, en aquella esquina de una foto cualquiera con su mirada fija en mí, el espejo de Venus pintado en su mejilla, como diciendo qué esperas, olvidemos el pasado y volvamos al amor, ven a mí, deja todo que todo lo soy para ti, que debía haber mirado más a las mujeres y menos por el visor de la cámara, que nada cambiarán el mundo mis fotos y su mirada hubiera cambiado mi mundo. Sí, era ella y estaba allí, ahora yo voy por un camino, ella por otro, que tal vez me hubiera reencontrado con ella por segunda vez y para siempre, abandonando ella el tambor y yo la Nikon en el prado de Cupido, eternos nuestros rubores y jaleados, tal vez censurados por las feministas, pensar en nuestro mutuo amor… quizás nunca más volvamos a cruzar nuestras miradas.

—Anda Terry, hay muchos 8 M y mucha reivindicación en la que encontrarse. Tal vez pronto surja un nuevo lugar en el que avistes su mirada, en algún salón en un ángulo oscuro brillará de nuevo otra vez su luz para ti.

—Sí, era ella, allí en Atocha en el ángulo oscuro de la manifa tocando un tambor, su mirada me interrogaba, ¿por qué callé aquel día?


Terry Mangino lleva siempre a cuestas varias cámaras: Nikon D200, D5600, D3200, CoolpixA300 y Samsung Galaxy A53 5G

Enlaces relacionados:

8M: Separadas pero revueltas

8M en Madrid

Blow Up, de Antonioni


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Isabel Quintanilla: interiores en el Thyssen

29 jueves Feb 2024

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Carmelita Flórez

Axonometrías y veladuras, volúmenes, líneas precisas, sombras e interiores, atmósferas recluidas bajo el filtro sosegado del tiempo, introspección recluida en los cacharros pequeños del desván del alma grande de artista. No hay apenas figuras en la pintura de Isabel Quintanilla, como si en el examen minucioso del espacio limitado de sus lienzos tuviera sólo cabida el universo entero de la existencia de los objetos inanimados: un vaso de Duralex, la máquina de coser de su madre modista, el frasco de Vicks Vaporub, los cacharros en el escurreplatos, el detergente Ajax… El preciosismo hiperrealista de Isabel parece impregnar de vida los trastos ordinarios que su pincel modela con paciencia de amanuense. Porque apenas si hay personas en sus cuadros. Cobran vida los objetos inanimados. Y algún recuerdo de los chicos de su banda, algún apunte de los realistas madrileños, todos grandes: Antonio López, Lucio Muñoz, Francisco López, su marido, Amalia Avia, María Moreno, Esperanza Parada, que eran su familia y sus compañeros de estudios y con los que compartió conversaciones sobre la vida, sobre literatura, sobre las formas, sobre el arte de pintar.

Ser mujer y artista en los años 50, 60 y 70 en España, labores del hogar, maternidad y crianza de los hijos, tal vez el refugio del crepúsculo tardío para, ya recogida la casa, aventurarse con los pinceles y la paleta en la inmensidad vacía de un lienzo en blanco y llenarlo de frutas, de flores, de formas, de luces, de sombras, como si en el recogimiento pintado de un instante se magnificara al óleo el tiempo infinito de la vida. Ya su primer autorretrato, que sirve de entrada a la exposición, sencillo, un poderoso claroscuro a lápiz sobre papel que bien pudiera servir para certificar cum laude su examen de ingreso en la Escuela de Bellas Artes, determina muy bien la sensibilidad de la artista. O ese rincón íntimo del cuarto de baño con la ropa usada, el lavabo del rincón, la monotonía de la lluvia en los cristales, el salón de su casa… una intimidad compartida con el curioso impertinente que accede sin recato a los secretos diarios de su existencia femenina. Quizás un paisaje de tejados o la enredadera de un jardín a contraluz, o un huerto florido de pensamientos, o el refugio desordenado de una mesa de escritorio donde acumulaba su inspiración. Y una poderosa técnica pictórica que la iguala a Clara Peeters, o a Sofonisba Anguissola, o a Artemisia Gentileschi, todas grandes, todas dotadas con la perspicacia íntima de mirar para dentro para que los demás lo vean desde fuera. Eso es todo, la belleza es a veces sencilla como la pintura, técnicamente perfecta y plena de dulzor de Isabel Quintanilla.

 

  Y hay un mundo de mujeres en el Museo Thyssen que merecen también ser vistas: la santa Catalina de Alejandría del Caravaggio; o doña Tita Cervera, de Macarrón; o la duquesa de Sutherland, de John Singer Sargent; o la Toilette, de Francois Boucher; o la amante del duque de Orleans, de Delacroix; o la habitación de hotel, de Edward Hopper; o Venus y Cupido, de Rubens, un universo expuesto para el regocijo de nuestros ojos.  Isabel Quintanilla está ahí entre ellas, tal vez un paso más adelante.


  Isabel Quintanilla (1938-2017). Exposición en el Museo Thyssen, Madrid. Del 27 de febrero al 2 de junio de 2024.


Fotos de Terry Mangino

Bodegón
Vista de la exposición
Vista de la exposición
Antonio López en el estudio de Francisco López
Tita Cervera. Macarrón
Duquesa de Sutherland (detalle). John Singer Sargent.
Santa Catalina de Alejandría (detalle). Caravaggio

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El espíritu del 12 de febrero

12 lunes Feb 2024

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Agustina de Champourcín (12 de febrero de 2024)

Tal día como hoy de hace cincuenta años, 1974, el entonces presidente del Gobierno de Franco, Carlos Arias Navarro, pronunciaba un discurso en las Cortes que dejó estupefactas a las familias franquistas que se disputaban el poder ante el deterioro evidente de las condiciones físicas, cognitivas y mentales del dictador. Desde la tribuna de un asombrado hemiciclo lleno de procuradores de uniformes y sotanas, Arias Navarro insinuaba unas tibias medidas aperturistas que permitieran una libertad de asociacionismo político y la participación efectiva de los ciudadanos en la administración de España. Aquellas palabras resultaron difíciles de digerir por los ministros militares del Gobierno y los ultras derivados de Falange que en la sombra mediaban para que el régimen no se moviera ni un ápice de su estructura monolítica dictatorial que llevaba implantada 38 años en el poder.

Arias Navarro se entrevista con su Excelencia en el Hospital Francisco Franco durante la hospitalización que tuvo este durante el verano de 1974.

Arias Navarro, recordado como “Carnicerito de Málaga” por sus procesamientos férreos sobre la población civil como fiscal jefe durante la Guerra Civil, había sido nombrado presidente del Gobierno el 31 de diciembre de 1973, tras el atentado contra Carrero. Sí, voló, voló, Carrero voló y el nombramiento de Arias, que había sido director general de Seguridad de 1957 a 1965, alcalde de Madrid y ministro de Gobernación en el momento del atentado, fue recibido con regocijo y risotadas por la señora de Meirás, ante el asombro que provocó en algunas familias del régimen que el encargado de la seguridad del presidente aéreo asesinado fuera nombrado su sucesor.

La presión del llamado “Búnker” al espíritu del 12 de febrero, fue inmediata. La pretendida reforma de la Ley Sindical, la redacción de un Estatuto de Asociacionismo Político y las directrices para permitir una prensa más libre quedaron en agua de borrajas pocas semanas después por la acción de la extrema derecha, el tardofranquismo dirigido por el falangista Girón de Velasco, el león de Fuengirola.

El nombramiento de Arias, 31 de diciembre de 1973, coincidió con la lectura de la sentencia del llamado Proceso 1001. Sí, aquel en el que Marcelino y sus muchachos de la Perkins y allegados: Sartorius, el cura García Salve, etc., etc., fueron condenados a decenas de años de cárcel por asociacionismo ilegal. Y tan sólo 20 días después del espíritu del 12 de febrero, el 2 de marzo de 1974, la apertura se desmoronaba y mostraba su verdadera faz ejecutando a garrote vil al anarquista Salvador Puig Antich y al extranjero Michael Welzel. Puig Antich fue acusado con dudosas pruebas de haber matado a un policía y Michael Welzel por haber matado en una refriega a un guardia civil. En juicios sumarísimos presididos por un tribunal militar, sin ninguna garantía procesal, los dos fueron condenados a la pena capital y compensaron con sus vidas la muerte de Carrero. 

Y al día siguiente, 3 de marzo, monseñor Añoveros, obispo de Bilbao, se despachaba a su gusto leyendo en los altares una epístola que reivindicaba el derecho del pueblo vasco a profundizar en su identidad nacionalista. Aquello desencadenó las furias del Gobierno, que intentó expulsar del país a tamaño prelado, preparando un avión para su rápida partida. El papa Pablo VI mostró su apoyo incondicional a su subordinado y el cardenal Tarancón —Tarancón al paredón— amenazó con excomulgar a su Excelencia. Castigo imposible de imaginar en el caletre virtuoso del timonel que a diario conversaba con el brazo incorrupto de la santa de Ávila reclamando sus consejos. El Gironazo no se hizo esperar y los ánimos aperturistas del presidente Arias se disolvieron con el estrépito de los ultras, el avance rápido de la tromboflebitis, el Parkinson y el bostezo permanente que sufrió el Caudillo en julio del 74. Para colmo, el 25 de abril estallaba en Portugal la “Revolución de los Claveles”. Y en noviembre la policía, sin la autorización de Arias y como una forma de enfrentarse al poder y marcar territorio en la lucha por apropiarse de los despojos del régimen, detiene un rato a Isidoro (alias Felipe González), Dionisio Ridruejo, Txiqui Benegas, etc.

Peor aún fue el 75 para la apertura de Arias. “El orejas”, así conocido por el vulgo, se vio sometido a la presión intransigente del Búnker —“En la fiesta de Blas (Blas Piñar, líder de Fuerza Nueva, el partido de la ultraderecha armada), en la fiesta de Blas todo el mundo salía con unas cuantas copas de más”—; a la Marcha Verde que el moro Hasan II promovió para apropiarse del Sahara, el último reducto colonial español; a la jefatura provisional, en septiembre, de Juan Carlos como presidente del Estado; a Olof Palme recaudando en la calle limosnas para la campaña contra los fusilamientos de septiembre; a la huida de diecisiete embajadores de países democráticos llamados por sus gobiernos, la condena del régimen sanguinario de Franco y la ruptura de relaciones.

Carlos Arias Navarro, hombre dubitativo e inseguro, «un canalla, pero además un zoquete» según afirmaba en enero de 2015 el académico Juan Luis Cebrián, permaneció en el cargo de presidente durante el primer gobierno del rey Juan Carlos y se convirtió en el mayor obstáculo para los planes democráticos del monarca. Su propósito era mantenerse hasta 1979 porque así había sido nombrado por un período de seis años por su Excelencia. No entendía que los tiempos estaban cambiando. “Están cambiando, qué bueno, por mucho que le llaméis no saldrá del agujero”, declamaba un tal Luis Pastor, cantautor emigrado en su niñez a Vallecas. “O liquidas a Arias o esto se acaba”, le suelta Juan de Borbón a su hijo. El 2 de julio de 1976 Arias presentó la dimisión al rey y fue sustituido por Adolfo Suárez. Eran tiempos de afán de libertad y el periodismo se convirtió en el motor del cambio al que los españoles se subían a diario para asistir en directo a las nuevas formas políticas. Comenzaba la Transición y nacieron con ella varios periódicos y revistas de información general que eran leídas con avidez por unos ciudadanos privados de libertad de expresión durante décadas.

“Qué error, qué inmenso error”, tituló en EL PAIS —el diario de máxima divulgación fundado dos meses antes—, el 6 de julio Ricardo de la Cierva, historiador digno de toda sospecha de no ser imparcial con la Historia, el nombramiento de Suárez como presidente del Gobierno. El aspirante para el cargo de todo aquel núcleo duro de exfranquistas sin complejos era José María de Areilza, ex divisionario azul, alcalde de Bilbao tras la Guerra Civil y monárquico. Pero Juan Carlos, el posterior Emérito, se decidió por otro exfalangista cuyo máximo mérito era haber sido director general de Radio Televisión Española: Adolfo Suárez. Sin embargo, Ricardo de la Cierva, nieto de Juan de la Cierva, antiguo ministro durante el reinado de Alfonso XIII que “pacificó” con los fusiles las revueltas producidas durante la Semana Negra en Barcelona en 1909, supo adaptarse al inmenso error y no le hizo ascos al cargo de ministro de Cultura que ostentó en la legislatura de 1980 por espacio de unos meses.

De Arias Navarro sólo se recordará aquella retransmisión televisiva del anuncio de la muerte del dictador, su “españoles, Franco ha muerto” y sus pucheros atormentados por el final del régimen.


Adolfo Suárez jura ante el rey Juan Carlos su cargo de presidente del Gobierno el 5 de julio de 1976. A la derecha, Torcuato Fernández Miranda, el muñidor en la sombra de su elección.


BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

Crónica sentimental de la Transición. Manuel Vázquez Montalbán. Planeta. 1985

FRANCO, caudillo de España. Paul Preston. Grijalbo. 1993

Diccionario de la Transición. Victoria Prego. Debolsillo. 2003

Un pueblo traicionado. Paul Preston. Debate. 2019

ENLACES RELACIONADOS

Al alba, al alba, al alba, al alba      


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Marc Chagall: el judío errante

05 lunes Feb 2024

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Carmelita Flórez

Sería tan imposible como fantástico conversar con Marc Chagall acerca de la guerra de exterminio que su idolatrado estado de Israel mantiene ahora contra todo lo que suene a Palestina, a la que él amó como si fuera el paraíso al que van las almas buenas, una tierra idílica que su condición de judío bueno elevaba a la categoría de bien terrenal, arcadia y recompensa para la diáspora hebrea, convertida ahora por la furia y el terror del gobierno de Israel —y con el asentimiento de su pueblo—, en un cementerio de escombros, destrucción, muerte y cadáveres de los otros.

Marc Chagall en Francia, 1921

¿Qué diría Chagall del asesinato diario indiscriminado de niños palestinos por parte del ejército judío? Esos niños que aparecen en sus cuadros cargados de masas infantiles.

¿Qué diría Chagall del bombardeo de hospitales palestinos o de la entrada en los mismos, un lugar de paz, de reposo y de cura, de comandos armados del ejército israelí para matar indiscriminadamente, acciones de guerra, a presuntos enemigos? Todos son enemigos para Israel. La ONU, el mundo entero es el enemigo de Israel. Él, el artista que se comprometió con la creación de un lugar de paz y confraternidad para el pueblo judío.

¿Qué diría Chagall del asesinato selectivo de periodistas que realiza el ejército de Israel para evitar de que se informe al mundo de las masacres que a diario se producen bajo la ocupación de la franja de Gaza? ¿O de los asesinatos que cometen los colonos judíos asentados ilegalmente en suelo palestino sobre la población originaria?

¿Qué diría Chagall de esos ciudadanos hebreos que se apostan en la frontera para impedir el acceso de ayuda humanitaria de Naciones Unidas para la población civil palestina? Al enemigo se le mata, no se le alimenta, dicen.

Fue la vida de Chagall una carrera agónica, casi un siglo —1887-1985, 97,8 años de existencia fructífera y penosa—, en los que sufrió el horror apocalíptico de las miserias bélicas del siglo XX: la Gran Guerra, la revolución soviética —él mismo convertido en bolchevique—, la persecución nazi, el exilio en los USA, la Segunda Guerra Mundial, la muerte de su mujer amada, la negación en 1948 de la nacionalidad por parte de la Republique —después, en 1977, la France le condecoró con la Legión de Honor—, la guerra de creación del estado de Israel, la Guerra Fría, la guerra de Argelia, la guerra de Indochina, la guerra de los seis días, la invasión de Checoslovaquia por los tanques rusos…

 

En la exposición “Chagall. Un grito de libertad” se recogen los temas pictóricos y compromisos ideológicos y políticos que ocuparon la mente del artista. Masas policromadas de figuras infantiles, casi naífs, ingenuas, inocentes dibujos de animalitos y composiciones oníricas, cristos crucificados en braguitas, muchedumbres encolerizadas que pueblan sus cuadros como espectadores satisfechos del ajusticiamiento del Redentor que gritaran ¡soltad a Satanás!, rabinos mortificados hasta el sufrimiento con la cruz de su torá a cuestas, cartas manuscritas de las dudas metafísicas que asaltan su mente de judío errante, su implicación con el alma judía, versos anunciando su espíritu de poeta, bocetos ambiguos de sus dioses humanos y divinos como si quisiera expulsar de su alma el conflicto de disfrutar del ideario y de la libertad de occidente heredando la idiosincrasia rusa y la cultura yiddish…

La vida es una burla del tiempo en la que los artistas se redimen de la frustración, de la incertidumbre y del desasosiego diario que a todos nos oprimen plasmando en un soporte las ocurrencias que sólo a ellos les generan sus mentes geniales. 

“Chagall. Un grito de libertad” se expone en La Fundación MAPFRE, en Madrid, hasta el 5 de mayo.

…Hay que decir en beneficio de Marc Chagall que siempre supo que aquel cuadro no lo había pintado él, pero calló y aceptó aquella pequeña huella que solo él y Malskat conocían. La que se armó en el Ministerio de Cultura alemán fue tremenda. Gobernaba Willy Brandt, que ordenó un silencio absoluto sobre el asunto… La noticia del fraude corrió como la pólvora. Los expertos en arte, los galeristas, los especialistas del Pergamonmuseum empezaron a descubrir que el tiempo y la situación habían conferido al falso Chagall un valor inesperado. Que lo insólito de la historia del cuadro valía tanto como si fuera auténtico. Y el museo se llenaba de visitas y se hablaba de él en los manuales de arte. Y como todos necesitaban justificarse y rehabilitarse de cara a la opinión pública y al mundo del arte, aceptaron el cuadro falso como uno verdadero y a Malskat como uno de los grandes pintores alemanes de mitad del siglo XX… Todos habían participado en el gran fraude del arte.  Todos mentían. Era el sueño del capitalismo: pagar una fortuna por algo que tendrías en el cubo de la basura…

[Extracto de “PATAGONIA”, Premio de Novela Ciudad de Salamanca 2018. Ángel Aguado López. Ediciones del Viento]   


Aspecto de la exposición
Pasaporte francés de Chagall
Aspecto de la exposición
Carta del Comité Provisional Judío en Telaviv. 1930
Un poema de Chagall

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Dionisio Ridruejo: Corazón loco

28 domingo Ene 2024

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Agustina de Champourcin

«El tren de la historia no se toma en la estación de origen, se toma cuando pasa».

Figura política contradictoria, incómodo, tocapelotas para el régimen franquista, traidor y enemigo para sus antiguos cofrades falangistas a los que embarcó en su ideología nacionalsindicalista, que no comprenden su evolución ideológica y que se sienten decepcionados con su tránsito del fascismo a la socialdemocracia. “Yo era un joven fervoroso de ida, que se soñaba reformador del mundo”, dice de sí mismo Ridruejo, que se ve como un hombre que suscita rechazo: “Se opinó que yo no debería llegar vivo al frente, que debería ser de los primeros en caer”, escribe en sus “Cuadernos de Rusia”, a donde marcha, divisionario azul, a mitad de julio de 1941, quizás para redimirse ante sus camaradas por no pisar el frente como combatiente en la Guerra Civil. Analista perspicaz y metódico de la tristeza política y ruindad moral del aburrido Caudillo (“No teníamos contra Franco ningún prejuicio absoluto, pero de ningún modo lo considerábamos nuestro jefe”, escribe en su libro “Casi unas memorias”), que no sabe qué hacer con él; sospechoso de ser un topo para los exiliados republicanos, por más que él les tendiera sus brazos abiertos al diálogo; prosista prolijo, poeta épico y dolido, purgado, condenado, encarcelado, exiliado, multado, confinado, vilipendiado… y sobre todo amado, protegido, mimado y deseado carnalmente hasta el éxtasis por las mujeres.

Dionisio Ridruejo en su época de director general de Propaganda, de 1937 a 1941.

La vida de Ridruejo parece la de un corredor de obstáculos que fuera impregnando de fragancias revolucionarias los cenáculos literarios y políticos por donde declamaba sus meditaciones sociales, sus arrebatos filosóficos, todos los oyentes rendidos a sus palabras. Y Romeo facedor de besos enardecidos, devaneos, ilusiones y de calentones fogosos alterando los corazones femeninos a él entregados sin condiciones. De físico frágil y de salud delicada —“mi desnudo es el de un espectro: huesos y piel”, escribe en el frente ruso, el 9 de diciembre de 1941— siempre anduvo rodeado de mujeres. Su gineceo. Su madre (40 años más joven que su padre, este fallece cuando el cumple tres años), sus tres hermanas, sus ayas… todas le atendían con delicadeza; los encuentros en Madrid a los 22 años, 1935, en la calle Espalter, detrás del Museo del Prado, con Eve, la mujer del pintor Maurice Fromkes, con Marichu de la Mora, después con Gloria de Ros en Valladolid; su viaje al Hamburgo nazi (el primero a Alemania), 1937, acompañado, entre otros personajes, de Carmen de Icaza (hermana de Sonsoles, marquesa de Llanzol, musa de Balenciaga, sí, esa a la que la Collares prohibió su asistencia a los veraneos de La Granja), “una señora muy guapa” escribe sobre Carmen; o con Marichu Fresno, actriz, que le escribe cartas amistosa desde Cinecitta, Via Veneto, 146, 3º, Roma, el 14 de enero de 1940: “Leo tu libro muchas noches y es un buen sedante para el cansancio de todo el día. Hay cosas buenísimas, y te agradezco de verdad me haya servido de buena compañía en Roma”; o con la condesa Von de Podewils en Berlín, 1942, Hexe, la bruja, espía alemana de segunda clase después en Madrid a las órdenes del agregado en la embajada de ese país, el todopoderoso y enigmático Hans Lazar. O el viaje a la Italia fascista del Duce, en 1938, acompañado de Pilar Primo de Rivera, Carmen Werner —novieta romántica que fue, a ratos, de José Antonio— y de nuevo Carmen de Icaza. “El contacto femenino viriliza”, dice de sí mismo sin reparos. “Periquito entre ellas que me correspondió en la infancia y en la adolescencia”, se inicia como gallito cuando se aloja en Salamanca, en 1937, en una pensión dirigida por siete chicas de la Sección Femenina. Él, tan contento.

Un ejemplo. En la fecha de la carta que se trascribe a continuación, Ridruejo era el jefe nacional de Propaganda de Franco:

Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas

SECCIÓN FEMENINA DELEGACIÓN NACIONAL

Burgos 11 X 1938. III Año Triunfal

Camarada Dionisio Ridruejo

Estimado camarada: …porque expresas tu sentir español, que mamastes [sic.] en la mejor fuente: nuestro JOSE ANTONIO; porque prefieres la incomodidad de la vigilia a la comodidad de la tertulia burguesa, todos nosotros y con nosotros nuestros Caídos te queremos hoy más que nunca y te ratificamos que nos tienes de manera total a tus órdenes.-

[Firmado por 17 mujeres] María Luisa Ontiveros, Pepita Morales, Anita Moreno, Inés Santra (?), Lujralita (?) (ilegible), María Victoria de (ilegible), Felicitas Holiaz, Inés Primo de Rivera, Manolita Mouris, Blanca Rivas, Pilar G. Ontiveros, Lupe Manteolaz, María Antonia San Román, A. M. Hurtado de Mendoza, Mª Ángeles P. Sopeña, Angelita Ramos, Josefina López Ortiz

O esta otra de una seguidora que sin querer decir lo dice todo sobre la pasión que siente por Dionisio (caligrafía difícil de leer):

¡¡Arriba España!! Madrid 4-IV-40

Ridruejo: nuestro buen amigo Antonio Valencia me ha devuelto ayer el álbum que yo le había dado, para que en él me pusierais vuestras firmas, y en el que tú tan amable me has escrito el final de un soneto, que creeme [sic.] me ha entusiasmado, y aunque bien sé que el libro nada merece, las firmas de los que como tú representáis “y sois” las glorias de nuestra España, lo hacen tener un gran valor y estoy con él, francamente ilusionada. Perdona lo que esto te haya molestado, y con mil gracias te envío en mi saludo todo el afecto y simpatía, de amiga y camarada. Mariana M Aguirre

«Dionisio, que seas bueno. Ya sabes lo que te quiero decir. Quizás esta sea una buena ocasión para que pienses en otras cosas. La distancia, la guerra y la virtud procura que te hagan olvidar… Arriba España» le escribe Pilar Primo de Rivera el 27 de octubre de 1941, membrete oficial de la Sección Femenina, a su destino en la Bielorrusia nevada. Pilar Primo de Rivera, que desaprobaba su relación con Marichu de la Mora, casada y madre de tres hijos ya, señora de Chávarri, madre después del cineasta Jaime Chávarri, a la que conoció en casa del pintor americano Fromkes, en Madrid, al igual que a Zenobia Camprubí, o a José Antonio, o a Neruda, o a Luis Escobar, el marqués de Leguineche berlanguiano. Marichu, que le había escrito el 1 de octubre de 1941 a las Rusias nevadas que le echa de menos: «Para mi querido Ridruejín con un apretado abrazo. ¡Arriba España! Aurea».

Aurea, su musa con la que viajó desde Segovia a Valladolid el 29 de diciembre de 1936, hospedándose en el Hotel Isabel y Fernando, a la que escribe desde el frente ruso, 25 grados bajo cero, 30 de octubre de 1941:

«…como ahora tengo una Leika [sic., regalo del jefe de Prensa en el Ministerio de Propaganda, doctor Dietrich, que le lleva al frente el pronazi José Finat, entonces embajador de Franco en Berlín, que fuera después alcalde de Madrid. Primun vivere es su lema para sobrevivir en el infierno de las nieves] mis salidas al exterior adquieren una vaga fisonomía turística… Últimamente me he sentido muy humano pensando en ti…».O esta otra carta, 23 de noviembre de 1941, 30 grados bajo cero:

«…Gracias por tu delicadeza, por tu pasión, por tu ternura y por tu inteligencia. No sospechas siquiera en qué clase de ser te estás convirtiendo para mí. Te recuerda cada hora con todo el corazón. Dionisio».

Y a la que dedicó estos versos juveniles en Valladolid:

Loca y grave, con voz de primavera

la palabra en tus labios extrañada

citó al amor para su sed primera.

Y brotas de ti como una espada

desnuda, repentina, verdadera

como yo te vivía y te pensaba.

Recientemente se ha sabido (marzo de 2015) de una supuesta amante que requirió a su Excelencia interceder por la vida de su amado José Antonio. Una misteriosa señorita envió el 24 de noviembre de 1936 (José Antonio llevaba muerto ya cuatro días) una carta rogando por la vida del falangista:

«Mi general: Soy la novia de José Antonio Primo de Rivera. Prefiero darle esta explicación escueta, con la sobriedad que él ha impuesto a su Falange, porque creo que ella excluye comentarios de lo que está siendo para mí estos meses… las señas más seguras son: María Santos Kant. Sección Femenina de la Falange. Juan Bravo 6. Segovia».

Un ayudante de Franco respondió a la desconocida señorita:

“Salamanca el 1 de diciembre de 1936: El Sr GENERAL FRANCO me encarga manifieste a usted que recibió su carta del 24 actual referente al Sr. Primo de Rivera. El Sr. General no sabe directamente nada relativo a la suerte de dicho señor… Sintiendo no poderle dar mejores noticias, usted disponga de su affmo…”.

Y sí, efectivamente, aquella señorita desconocida no era sino Marichu de la Mora y Maura, nieta de Antonio Maura, y Aurea para Dionisio, la misma con la que emprendió el viaje romántico a Valladolid un mes después.

Marichu de la Mora

Ay, pero el amor es ciego y puede encontrarse, o perderse, en cualquier curva del camino. “Una señora encantadora de pelo castaño, preciosos ojos azules, cuerpo esbelto, con una conversación divertidísima que vino el día 14. Se llama Podewils y está empleada en la prensa extranjera” escribe en sus Cuadernos de Rusia, el 17 de enero de 1942, mientras se recupera en un hospital en Berlín de su salud quebrada. A la que seguirán requiebros y piropos de amante deslumbrado a su regreso del frente. Su corazón encendido no daba para más entre las nieves. Y Serrano Súñer le retorna a Madrid en abril de 1942, la Falange vive horas bajas:

«Salgo un par de noches con Hexe Podewils, que se divierte mucho con mis discursos y tiene unos ojos bastante eficaces». (31 de enero de 1942)

»Invito a Hexe a cenar en el hotel. De pronto me dice que soy el hombre con quien le gustaría vivir toda la vida… hubiera sido indecoroso no besarla apasionadamente al dejarla en su casa. (2 de febrero de 1942)

»Me he dedicado intensamente a Hexe, a quien encontré enferma a mi llegada… estaba guapísima… con su pecho adolescente bajo la leve seda rosa. No me fío mucho de amores que tienen tantas fronteras por medio, incluso dentro de mí mismo. (Berlín, abril de 1942)

»Ella ha estado tan amorosa, tan enternecida, convaleciendo en la cama y despertando con lentitud, tan acariciable y manual, tan niña y tentadora que no he tenido más remedio que dejarme llevar. (Berlín, 21 de abril de 1942)

Ridruejo continuará con Hexe (su hechicera) en su confinamiento en Ronda, donde le envía Paca la Culona, condenado por su carta trasgresora del 7 de julio de 1942. Allí llega el 16 de octubre y Hexe le visitará el 8 de noviembre, hospedados en el Hotel Reina Victoria, su nidito de amor, pasando con él una semana. Aún flaco y cadavérico, Ridruejín tenía fuerzas sobradas para el amor. La condesa Von Podewils, 27 años, tres más joven que Ridruejo, hablaba un castellano perfecto aprendido en Colombia y en ese momento se había divorciado y era madre de tres hijos.

Condesa de Von Podewils

Todo se sabe, y Pilar Primo de Rivera, que le trata como a un hermanito pequeño, le escribe unas líneas a Ronda, conocedora de sus lances:

«Voy a tratar de convencer a Lali [Ridruejo, su hermana] para que vaya a pasar las Pascuas contigo, y así te hará más llevadera esta semisoledad en que estás. Aunque me figuro no sé por qué, que ya debes haber buscado compañía… ¡Arriba España!» (Carta manuscrita, Madrid. 4 diciembre 1942)

En agosto de 1943 Hexe y Ridruejo pasan quince días en Arenys de Mar, Barcelona. Pero la relación se rompe el 21 de diciembre, divorciada ella era difícil contraer matrimonio en una España nacionalcatólica abrumada por la catequesis castrante de la Iglesia. Hexe quedará profundamente afectada y a pesar de sus escarceos amorosos con diferentes hombres, incluyendo actores de Hollywood o espías de la CIA, siempre recordará el fuego de Ridruejo. Hexe regresó al final de sus días a Ronda, quizá para rememorar aquel amor. Murió en Sotogrande, Cádiz, en 2009, a los 94 años. 

Y el 26 de junio de 1944 Ridruejo y Gloria de Ros contraen matrimonio en Llavaneras, Barcelona. Su viaje de bodas es a Ibiza, donde Ridruejo se entrevista con Hedilla, allí confinado. Sigue su disidencia y en ella continuará los ratos que no está en la cárcel o en el exilio. Quizás ya más atenuada su pasión amorosa juvenil, quizás atemperada por su activismo político. Ridruejo dijo adiós el 29 de junio de 1975, apenas tres meses antes de los cinco fusilamientos con los que puso el broche de sangre final a su dictadura el general Franco. Su corazón loco, de fiebre de amor herido, no pudo más.

FUENTES PRIMARIAS CONSULTADAS:

Correspondencia de Dionisio Ridruejo. Centro Documental de la Guerra Civil. Salamanca.

Biblioteca Nacional. Diario “Arriba” 1941-1942.

Biblioteca Regional de Madrid
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Y RECOMENDADA:

Dionisio Ridruejo. Poesía. Selección de Luis Felipe Vivanco. Alianza. 1987

Mis conversaciones privadas con Franco. Francisco Franco Salgado-Araujo. Prólogo de Julio Gil Pecharromán. Planeta. Edición 2005

La Roja y la Falangista. Inmaculada de la Fuente. Editorial Planeta. 2006

Casi unas Memorias. Edición de Jordi Amat. 2007

No deseo ser inventado. Folleto de la exposición celebrada en Burgo de Osma en 2008.

Cuadernos de Rusia. Edición de Jordi Gracia. 2012

Ecos de Munich. RBA. Edición de Jorge M. Reverte y Jordi Gracia. 2012

Cartas íntimas desde el exilio. Edición de Jordi Gracia y Jordi Amat. 2012

Epistolario inédito de Dionisio Ridruejo. Jordi Gracia. Planeta. 2012

Revista de Soria. Nº 23. Otoño 2013

Vueltas sin regreso. Correspondencia con Max Aub. Domingo Ródenas. Instituto Cervantes. 2018

Perdedores. Ángel Aguado López. Edhasa-Castalia. 2018

ENLACES RELACIONADOS:

Dionisio Ridruejo: Rebelde con causa

Leer a Gonzalo Torrente Ballester

Segovia inédita



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Ya queda menos para la san Silvestre 2024

01 lunes Ene 2024

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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San Silvestre Vallecana

Carmelita Flórez

11’08’’ marcaba el cronómetro al paso de la elite por el Km 4,3. Un tiempo inferior a 2’50’’ por Km, algo sólo reservado a los grandes atletas de las altiplanicies africanas. El resto, el populacho, más de 45.000 corredores, se tomaba la carrera como una diversión para despedir el año y justificar el exceso de ingesta que ha hecho de occidente la bandera de su ser privilegiado. Comida frente a hambre, consumo frente a la destrucción de las bombas, inmediatez frente a la amenaza de exterminio que muestran todos los días las televisiones, agradecimiento por haber recorrido un año más la senda tenebrosa de la vida. Carpe Diem. Una traslación desde el poderío económico, brillante y social del barrio rico, Chamartín, al humilde, poblado, feo y remezclado aglutinamiento de gentes de la batidora de Vallecas. De la calle de las embajadas americana, francesa, la grandeur, o marroquí; de la Residencia de Estudiantes donde flirteaba el poeta Lorca con Dalí y Buñuel; de los bustos de bronce de Ramón y Cajal y Severo Ochoa en el jardín del Consejo Superior de Investigaciones Científicas; de la aristocracia educativa del Ramiro; de la casa donde Ava Gardner celebraba sus fiestas gitanas y llamaba maricón al general Perón; al lado de donde el almirante Carrero Blanco rindió su último servicio a la patria: “E volavo, volavo felice più in alto del sole ed ancora più su”; del museo del amante de doña Emilia, Lázaro Galdiano; de las tiendas de lujo: Gucci, Loewe, Louis Vuitton, Ermenegildo Zegna, etc., de la ostentación y el esplendor de la gente guapa a la supervivencia de los latinos gordos, ebrios, feos y malvestidos que se alimentan de aceites refritos y ceviches de ají panca; a las tiendas de los chinos y su aloz tles delicias; al territorio de los paquis invisibles para el paseante y explotados que se buscan la vida vendiendo chucherías navideñas que nadie compra. Un paseo del todo a la nada. Un comienzo y un final que desciende por el Aqueronte de la calle Serrano para desembocar en el hades de la Avenida de la Albufera. Un viaje que cada corredor emprende al interior de uno mismo agradeciendo a Caronte que le haya mantenido en su barca un año más sin daño ni tara. Beatus ille. Y tras ese frenesí de zancadas, sudores y pulsaciones y la arribada nocturna al campo del Rayo, el regreso a la realidad del metro abarrotado de congéneres y la incertidumbre, la intuición de que hay que correr, correr mucho y sin descanso para huir del destino chungo, cruel y canalla antes de que te atrape y te engulla en el desamparo de la mediocridad y de la existencia cotidiana. Tempus fugit.

El paso de la laguna Estigia. Joaquin Patinir. 1520. Museo del Prado.

Fotografías de Terry Mangino


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