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Óscar Fernández Pérez, Código Penal, Homicidio involuntario, Justicia, Muerte de ciclistas, Sentencias condenatorias
Más que ser ciega la Justicia adolece de ceguera cuando dicta sentencias tan inexplicables a los ojos del ciudadano como las que han pronunciado hace pocos días diferentes tribunales sobre dos sucesos luctuosos.
La primera sentencia, dictada recientemente por el Juzgado de lo Penal número 31, de Madrid, ha condenado a Mauricio Eduardo Apolo Granda, de 28 años, a un año de prisión por el atropello y muerte del ciclista Óscar Fernández Pérez, de 37 años, suceso acaecido en Madrid el 7 de agosto de 2013. A pesar de que Mauricio Eduardo era reincidente y conducía bajo los efectos del alcohol y lo hacía de manera temeraria y negligente no ingresará en prisión, pese a ser considerado culpable de un delito de homicidio involuntario, estar privado en el momento de los hechos del permiso de conducir, haber cometido dos delitos contra la seguridad vial en 2012 y no haber prestado auxilio a la víctima, dándose a la fuga del lugar de los hechos. Por un acuerdo con la Fiscalía y al ser la pena de privación de libertad inferior a dos años queda en suspenso y el reo queda en libertad condicional.
Sin embargo, Eugenio Sánchez María, de 41 años de edad, repartidor de bebidas con un camión, domiciliado en Manacor, Mallorca, y aficionado a las carreras de caballos trotones es la primera persona en España que ha entrado en prisión el pasado 8 de octubre por matar a golpes el 30 de diciembre de 2012 a su caballo de carreras, Sorky das Pont. Cumplirá la condena de ocho meses que le impuso la juez de lo penal María Jesús Campos Barciela.
Lo que vale una vida humana y lo que vale un caballo no parecen para la Justicia muy equitativo y cualquier ciudadano tiene la tentación de pensar que el fiel de la balanza anda descompensado y que hay dos varas de medir.
Gabriel de Araceli
Cuando oí la noticia del apaleador de caballos (que debe de ser a su vez una acémila) lo primero que pensé fue en los maltratadores de mujeres, los pedófilos, los tironeros que le parten la espalda a las viejecitas…El que insiste en salir borracho con su coche, atropella a alguien y huye como el canalla que es, no es un homicida más involuntario que el que se pone a disparar con una escopeta en la calle e «involuntariamente» mata a un transeúnte.
La justicia ha perdido las mayúsculas hace tiempo.
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La noticia de la muerte de un caballo a manos de su «amo», me dejó sin aliento. La noticia de la muerte de un ciclista, «un ser humano», a manos de un conductor reincidente, me dejó muerta. Y la interpretacion de las leyes y aplicación de las mismas me aniquila.
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Hola soy José Javier Fdez. el hermano de Oscar Fdez. y en primer lugar quiero agradecer este articulo.
En segundo lugar expresar mi indignación y tristeza por como ha terminado este lamentable suceso para nuestra familia.
Una reflexión: que pasa en este País?????, si robas una bicicleta vas a la cárcel (según una sentencia reciente, http://www.elmundo.es/andalucia/sevilla/2016/06/14/57604141e5fdea1b348b4574.html), pero si robas una vida joven llena de proyectos e ilusiones, la sentencia es un pequeño tirón de oreja. Que asco que da la justicia de este Pais.
Un saludo
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Hola, José Javier, Yo también soy ciclista y también sufrí hace unos años el abandono de quien me atropelló en Villanueva del Pardillo. Tuve suerte, recuperé la consciencia en el Hospital Puerta de Hierro, pero nunca supe quién fue el que casi me mata y me dejó tirado en una cuneta. Alguien me recogió y me llevó al hospital. Escribir este artículo es un acto de justicia, quizás la que no reciben los ciclistas víctimas de los energúmenos que arrollan a todo aquel que se cruza en su camino. Descanse en paz Óscar.
Gabriel de Araceli
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