Carmelita Flórez

Los libros de viejo contienen la memoria y el alma de los que los han leído antes que nosotros. Abres uno al azar y te envuelve un aroma humano de páginas antiguas subrayadas, comentarios en los márgenes, dedicatorias amorosas, tal vez firmas banales de autores agobiados por el compromiso en alguna feria. Están llenos de mensajes, como en las botellas arrojadas al mar. Alguien olvidó unos versos dirigidos a su amor, nunca llegó a ella su poema encendido. La alegría del encuentro o el reproche escondido. Hay que saber leerlos. Las librerías de viejo. Calle Amor de Dios, entre Atocha y Huertas, sábado por la tarde. El Barrio de las Letras está lleno de paseantes que se disputan la calzada entre repartidores de comida en bicicleta y manadas de turistas. Una librería ofrece gratis al peatón sus libros viejos, como ese ejemplar deshojado de “El libro de la vida sexual”. El paseante echa un vistazo al volumen, una antigualla abandonada en la soledad de un estante. Recuerda que fue un “best seller” para la generación anterior a la suya. Y lo ojea, tal vez sea por el título explícito. Un libro sin interés. Bueno, sí. En su interior se encuentra el paseante varias cuartillas manuscritas, cuatro cartas de amor o reproches, el mensaje de la botella. Y se las echa al bolsillo. Después, devuelve el libro al sueño eterno del estante.

 En ocasiones la sociedad requiere el plácet de la Ciencia para aislar la conducta social del individuo diferente. Al distinto se le confunde como enfermo y queda apartado de la “normalidad”. Las dudas que asaltan al conocimiento facultativo se convierten en patologías que la Medicina corrobora como enfermedad. A veces el psiquiatra y el psicópata se confunden, se refugian en extrañas teorías y dudosos estudios para demostrar hipótesis absurdas con el soporte y aval de la comunidad científica. Fue el caso del psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera (1889-1960), médico militar al servicio del franquismo. En 1938, en plena Guerra Civil y con el apoyo del Caudillo, creo el Gabinete de Investigaciones Psicológicas para estudiar y confirmar que los marxistas y las mujeres militantes de izquierda estaban afectados por la enfermedad del “Gen Rojo”. Buscaba argumentos pseudocientíficos que justificaran la naturaleza infrahumana y la degeneración mental de todos aquellos republicanos que se habían opuesto al franquismo. Los recoge en su libro “Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza española”, que sirvió de base científica para que el régimen de Franco justificara toda la represión y ensañamiento que aplicó contra los vencidos que no compartían su visión de España. (Véase “El Holocausto español”, Paul Preston, páginas 665 y siguientes)

Y seguidor científico de Vallejo-Nájera fue otro ilustre psiquiatra, afecto también al Régimen, católico perseverante, misógino y contrario al psicoanálisis: Juan José López Ibor (1906-1991), identificado con el buen hacer del franquismo, capaz de curar lo que para él era una enfermedad, la homosexualidad. La ley sobre peligrosidad social, de 1970, conocida popularmente como de “Vagos y maleantes”, condenaba a todos aquellos de dudosa conducta incluso a penas de prisión y les obligaba a rehabilitarse y conseguir el certificado de normalidad a través de una acreditación facultativa expedida por un especialista médico. López Ibor fue el adalid de tan encomiable labor regenerativa. Para ello sometía al infeliz a la terapia del electroshock, unas descargas eléctricas aplicadas en su clínica con las que pretendía reconducir por el buen camino a aquellos que practicaban una conducta sexual atípica. Por si lo de meter los dedos del paciente en el enchufe no fuera suficiente añadía a sus terapias las lobotomías. Es decir, prácticas quirúrgicas extirpando o seccionando zonas cerebrales en las que, según sus teorías, se gestaba el desviacionismo de los “enfermos”. Que ya no volvían a tropezar en su error porque quedaban incapacitados el resto de sus días para la vida afectiva y de relación.    

Los efectos que las teorías de estos padres de la Ciencia provocaron en la medicina mental y en el tratamiento de los pacientes fue algo parecido, aunque mucho más sangriento durante la represión de posguerra, a lo que se cuenta en la película “Alguien voló sobre el nido del cuco”. Enfermo y sanador comparten los mismos síntomas.

Y quizás para aliviar o encauzar el desasosiego hormonal que causaba el sexo en los españolitos de los años 60, o para redirigir bajo una base científica el asunto del fornicio, López Ibor se lanzó a escribir una guía que sirviera de referencia o alivio a aquel desconocimiento y represión nacional/católica con las que entonces se vivía el asunto glandular: “El libro de la vida sexual”.

Un título impactante, casi escandaloso para la época. La Editorial Danae lo publicó en 1968, en pleno mayo parisino del Sous les pavés la plage. Fue un éxito de ventas enorme, se reimprimieron varias ediciones engullidas en pocos meses por aquella sociedad en la que el sexo era pecado, estaba reprimido y el desconocimiento del asunto y el afán de saber impregnaban a la población que absorbía con furor cualquier noticia sobre la sexualidad. Al libro se encomendaron familias enteras, una salvación para los jóvenes matrimonios desorientados y para los padres mortificados, que lo regalaban a escondidas a sus hijos adolescentes para mitigar los efectos devastadores de la autosatisfacción con la que se recreaban, y pecaban, los quinceañeros. Y, además, un estudio con el visto bueno del poder y avalado por el rigor científico de uno de los próceres de la medicina psiquiátrica: Juan José López Ibor.

Sin embargo, muchos años después, frente al pelotón de la historia que debía revisar el ensayo, la escritora y feminista Lidia Falcón revelaría toda la verdad sobre el caso del libro sexual. En 2001 Falcón desveló que el autor de aquel libro tan aclamado y leído a finales de los 60 no fue el ilustre psiquiatra amigo de los voltios y las cirugías cerebrales, sino ella y el escritor Eliseo Bayo, dos negros que la Editorial Danae eligió para que redactaran la obra y fuera atribuida a López Ibor, que ni siquiera leyó una sola vez el texto ni se interesó jamás por su procedencia, aunque la firmó como suya. Corrían malos tiempos para todos aquellos que se significaban contra el Régimen. Lidia, una activista social en pro de los derechos de la mujer, repudiada después incluso por los suyos (hija de César Falcón, escritor comunista que tuvo por compañera en los años 20 del siglo XX a Irene Lewy, más tarde secretaria de Dolores Ibárruri) por sus contradicciones ideológicas; Eliseo, un periodista crítico contra el régimen, represaliado en varias ocasiones y conocedor de la cárcel de Carabanchel, un rojo sin trabajo. Dos autores anónimos. Así que aquel encargo supuso para ambos una fuente de ingresos inesperada, cobraban 35 pesetas por folio según reveló Falcón, una manera de sobrevivir. Ambos se impregnaron de las historias recurrentes en enciclopedias, libros de historia, manuales y prospectos médicos y redactaron 646 páginas de saber académico que les supuso un estipendio inesperado y una salvación económica pasajera. El rigor científico y psiquiátrico aclamado en el ensayo sexual no era más que una recopilación tenaz de obras anteriores debida al celo entusiasta de dos jóvenes escritores en paro que luchaban por salir de la indigencia e ignorancia con las que les castigaba el sistema. El mérito del libro se lo llevó el psiquiatra laureado, mientras que los autores ni siquiera se cuestionaron jamás su paternidad, gozosos como estaban de poder sobrevivir con amor en los tiempos del cólera gubernativo.  

Pasaron los años. Aquel libro de la vida sexual cayó en el olvido. Autores un tanto sonados como Wilhelm Reich y su delirante ensayo “La función del orgasmo” se abrieron paso entre los españolitos contrariados de los años 70. Al menos la sociedad recuperó la libertad sexual. Pero los mensajes olvidados en aquellos tomos seguían esperando la voz que les revitalizaran, que les empujaran al tráfago de testimoniar la historia. Levántame y hablo, parecían gritar escondidos en el silencio de los párrafos rancios. En “El libro de la vida sexual”, ¿por qué se encontraban ahí esas cuatro epístolas? ¿Quién las olvidó entre esas páginas amarillentas de un libro antiguo, escritas en la Barcelona de la emigración, entre noviembre de 1971 y agosto de 1975? Cuatro cartas de caligrafía infantil enrevesada, de primera instrucción, elementales, con multitud de faltas de ortografía y una redacción caótica que hacen difícil la lectura. Pero el amor o el despecho con los que se escribieron siguen latiendo en esos renglones torcidos por la necesidad de amar y de ser amado. Ven y léeme, somos tuyas, parecen decir. Las tres primeras son de un hombre, tal vez fuera albañil, tal vez se llamara Luis, que dirige a su mujer.


Barcelona 30-11-71
Querida Esposa e hija mucho me alegrare que al recibo de esta os encontreis todos bien a Dios gracias, yo bien a D gracias
misi el sabado cuando llegue a Barcelona de trabajar te puse un giro de 1500 ptas. espero que este sábado te pueda mandar mas pues si me pagan los puntos tambien te lo mandare. Solo te pido un Favor, y es por nuestra querida hijita y es que no tengas que hablar con nadie y sobre todo con la Familia de mari, pues aunque tu no te lo creas yo ni siquiera me despedi de ellos pero como tu siempre piensas tan mal de mi como tambien los demas…

Barcelona 10-4-7…
misi he recibido tu seria carta, de lo cual la niña no tiene culpa de nada, yá que tu con tus palabras a tu manera estas estropeando a mi hija, mandandola escribir estas cartas pues yo te dije que nunca mandases escribir a la niña estas cosas, que te escriba tus amistades estas clases de cartas pero no mi hija, pues yo te dije que pensaba de irme a Madrid para mucho tiempo debido al cariño que siento hacia mi hija pero a ti no te gusto esta determinacion mia y sacas en lo que mandas escribir a la niña cosas que no vienen al caso pues tu bien sabes que tu para mi hace muchos años no eres nada, solo el Respeto que te mereces como madre de mi hija solo eso del asunto de que tu no quieres las babas de nadie…

Barcelona 17 de Abril de 7…
Mi queridisima hijita, e esposa
Me alegrare que al recibo de esta os encontreis todos bien de salud, quedando yo como siempre a Dios gracias. Cielito mio te dire que he recibido Vuestra cariñosa carta lo cual paso a darte contestacion a la Tuya, lo primero que te dire hijita mia, lo mismo a mama, es que ami me gusta muchisimo de que quieras mucho a tu querida madre, pues todo se lo merece, pero tu no puedes comprender muchas cosas, pues todavia eres una niña, pero muy buena, con sentimientos, y mucha comprension a tus pocos años que tienes. Lo primero que te dire, es, que yo no pienso hacer nada de lo que puse en mi anterior carta, pero también hos dire que cuando Recibi la carta tan antipatica, sin motivos sabiendo de que yo me iva otra vez a Madrid no avia Razon para ello, pues yo, cuando Recibi esta carta, yo estaba muy triste y muy apenado, de no poder mandar dinero, pero tengo el pecho asi como las costillas una escallola que me pusieron el dia 3 del corriente y no me la pueden quitar hasta el dia 7 del mes que viene … mas triste me pongo cuando pienso que el dia de tu cumple años mama no tenia dinero y yo sin poderlo mandar, pero yo este sabado si Dios quiere os mandare dinero lo que pueda aunque lo tenga que pedir emprestado…

La última carta es de la mujer que dirige a su hombre.

Barcelona 27-8-75
Queridisimo esposo mio mea legraria de que te encuentres bien nosotros bien cielo oi erecibido tu carta y como beras y mediatamente te contesto ha vuelta de correos cielo pues de lo que me dizes que me encuentras…
…tengo muchas ganas de verte de darte umbeso muy fuerte y de que tu me lo des a mi asta que mehagas daño como otros besos de cuando no se mos enfadado y cuando tu as venido a mi meas besado con tata rabia y coraje pues viene asi o mas fuerte quiero que me beses pues como lla se mean quitado todas las molestias de la boca pues lla me encuentro un poco mas revoltosa pero esa calentura se me pasa cuando me doi una ducha pero que te querras qureer eso de que ni siquiera llo mea gonada pues solo lo dejo que tu me lo agas que para eso es tullo y tu haces tus tareas y lo pondrás al Rojo bivo como siempre me pones cielo te quiero mucho tu sabes que yo soi tulla y no de nadie ha ti me entregue y para ti morirecielo… se despide de ti esta que much te quiere y que nunca te olvida tu esposa F [? ilegible]…
…Te quiero Fdo diente de ratón esquirbe pronto chiquitin asta pronto chatito mala uba y cuidado con las madrileñas que levantan dolores de cabeza.

Los hilos que mueven el comportamiento de los humanos se enredan con sus deseos, las teorías psiquiátricas apenas si dan contestación al comportamiento errático de la persona, pertenecen a los misterios de la mente. ¿Serían felices el chiquitin mala uba y su queridisima esposa? Tal vez otro libro de viejo esconda la continuación de esta historia, tal vez un viajero lector encuentre en el fondo del mar de los libros el final feliz, la última carta, la pasión febril de la pareja, entregada al goce y al suspiro, o un beso y un adiós, cielo mío. Los libros de viejo tienen eso, tesoros escondidos entre sus páginas amarillas que esperan el milagro del rescate.