Comentario de texto

    Daniel Gálvez Fernández

«Elegid una obra mundialmente famosa, leedla y haced un comentario de texto acerca de algo que a vosotros os haya parecido relevante» había dicho don Filadelfo, el profe de Lite. Es evidente que con tan poco tiempo habría que recurrir a alguna obra ya leída. Otra cosa igual de evidente era que a don Fila le molaba mazo el Siglo de Oro. Repasó mentalmente qué sabía de los autores de la época. ¡Cervantes! Quién mejor. Además como este año se celebra el cuarto centenario de la segunda parte del Quijote, el tema viene a pelo, se dijo Nico.

     El primer paso ya estaba dado. Camino de casa fue pensando qué episodio del Quijote podría comentar. Hoy también le tocaba ir andando porque su madre aún no le había dado dinero para renovar el bonobús del mes. Lo bueno era que El Quijote tenía tantas cosas destacables que se podía elegir, pero también eso era lo malo: ¿cuál elegir? Marta le salió al paso.

     —Que plasta don Fila, ya nos ha fundido el finde. ¿Tú qué vas a hacer?

     Marta tenia la cabeza como una escarola y la cara llena de pecas del mismo color cobre que el cabello, y unos ojos azules que eran como dos ventanas al Mediterráneo, y una sonrisa tan seductora que sería capaz de rendir al basilisco.

     —Si me prometes discreción te lo cuento.

     —¿No me digas que ya tienes el tema? Venga, Pringa, suéltalo que soy una tumba —El mote lo arrastraba desde el primer año del insti, como nunca podía quedarse a echar unos canutos y unas risas con la gente, porque siempre tenía quehacer, decían que era un «Pringao».

     —El Quijote.

—¡Venga ya, no te quedes! Menudo muermo. ¿En serio vas a hacer el comentario sobre el Hidalgo. Y qué vas a decir?

—¡Coño, Marta!, yo que sé, acabamos de salir de clase, bastante es que tengo el tema. Algo se me ocurrirá. ¿Y tú?

     —Ni idea. Espero que mi viejo me eche una mano o mi hermana que de lite sabe un mazo. Bueno me  voy que ahí viene el coche de mi vieja.

Nico pensó que estaría bien tener un padre que echase una mano. Casi le dio la risa. Bastante tenía si lograba meterle en la cama sin que armara bronca. Cada día su madre le decía: «Anda Nico, ve a la taberna y súbete a padre antes de que se cargue más». Después, la misma historia de siempre: insultos, traspiés, vomitonas y ronquidos. Hacía meses que ya no se atrevía a pegarles, desde el día que Nico le sujetó el brazo y clavando la mirada en los ojos de su padre le había dicho :«Ni se te ocurra volver a levantarme la mano». Antes de llegar a casa entró en el ciber, para ver si dios le echaba una mano. Así llamaban a Google en el instituto.

     —No me dejes colgao, Pira, a la semana que viene te pago, ¿vale, tío?

     Anduvo brujuleando a ver que pescaba. Se leyó un artículo de Francisco Rico acerca del asunto. Un enlace le llevo a YouTube y pilló una conferencia de Emilio Pascual que parecía dicha para su propósito. Cuando llegó a casa encontró al pequeñín llorando y con los mocos hasta la barbilla. Estaba solo. Lavó a su hermano y le cambió la ropa orinada. Lo relevante del comentario estaba ya en la cabeza de Nico: Cervantes nunca pensó en hacer una segunda parte. De hecho don Quijote está muerto y enterrado en el último capitulo de esa primera parte, lo que parece haber pasado desapercibido a tantos lectores, vean si no el siguiente epitafio: «Aquí yace el caballero bien molido y mal andante a quien llevo Rocinante por uno y otro sendero». La nevera estaba vacía a excepción de un cazo con leche. Lo puso al fuego, migó unas galletas que encontró en la alacena hasta conseguir una sopa espesa que el pequeñín devoró con avidez. Lo dejó a una vecina y bajó al bar. Esta vez tuvo que acostar a padre y madre. Borrachos como cubas. Durmió a su hermano y continuó con su comentario: Al ver Cervantes el éxito de su obra, se agarró a una pequeña puerta que había dejado abierta en la que se dice: «Es fama que hubo una tercera salida y en ella se encontró en unas justas en Zaragoza», dando de esta manera pie a una segunda parte cuyo cuarto centenario se conmemora este año 2016.

     Sobresaliente y lectura ante toda la clase como el mejor comentario. Marta aplaudió a rabiar. Le acompañó hasta la puerta de su casa y, con el beso de despedida, le dijo: «¡Genial Pringa!».

FIN

Daniel Gálvez Fernández ha ganado con este relato el Concurso literario de cuentos de Boadilla del Monte, Madrid, 2016. Tiene dieciseis años.


IV Centenario del fallecimiento de Cervantes

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