Agustina de Champourcín
Aún impresionados y maltrechos por la inesperada pérdida de Almudena Grandes viene a la memoria la charla coloquio que pronunció en la Sala Mapfre, Madrid, el 3 de diciembre de 2014. Almudena Grandes habló en aquella ocasión sobre “Tormento”, una de las tres Novelas Contemporáneas de Benito Pérez Galdós, cuya influencia en su obra admitió, en particular en sus “episodios” basados en la vida y personas que sufrieron la terrible contienda y la eterna posguerra que asoló este país bajo las órdenes del general bajito. Defensora a ultranza de Galdós, hay en sus novelas, más allá de su primer gran éxito, aquella historia femenina del descubrimiento tumultuoso y excesivo del sexo, una predilección por escribir bajo el aura galdosiana. Almudena se siente influida por don Benito, y como él, necesita comprender España. Quizás porque «la literatura es el ajuste de cuentas con la realidad. El espejo de la vida es la novela —dice—. Y hay que escribir de lo que se conoce».

Almudena Grandes contó aquel día que leyó “Tormento” (escrita en 1884) a los quince años, en el verano de 1975, en Becerril de la Sierra, un pueblo de la sierra de Madrid donde pasaba los veranos de su juventud. Recordemos que el 27 de septiembre de ese año el general Franco fusila a tres activistas del FRAP y a dos de ETA, las últimas condenas a muerte que llevará a cabo su Excelencia, que fallecerá apenas dos meses después. También recuerda que la República hizo una edición económica de los Episodios Nacionales para leerla en las trincheras. Y que el primer acuerdo del Ayuntamiento de Las Palmas (abril de 1939) tras la victoria de Franco en la Guerra Civil fue borrar a Galdós del Registro Civil. Galdós no existió para ese consistorio.
Sobre la mujer en “Tormento” y la ambigüedad Pipaón-Amparo, Almudena declaraba que «me cae bien el personaje de la Pipaón, Rosalía. Las mujeres fuertes de Galdós suelen ser secundarias. La Pipaón está un paso por encima de la burguesa Francisca, de “Misericordia”. Francisca es el ama de la Benina, la mendicante que, ayudada por el judío y pordiosero Almudena, recurre al sacrificio personal con tal de proporcionar a su señora el lujo que no tiene. Rosalía-doña Francisca son el quiero y no puedo. En “Tormento”, el precio de la virtud es la humillación, la perdición que sufre Amparo. Rosalía es un planeta del sistema solar. Amparó, en sí, es abúlica y débil. Agustín Caballero es el “buen salvaje” que viene de América, un continente a medio hacer despreciado por los españoles. Agustín escoge a Amparo por guapa y por mansa, porque es el único resquicio de inocencia en esa casa. Rosalía está mendigando constantemente en la novela. Y abusa de Amparo como después la marquesa de Tellería abusaría de ella, de la de Bringas».
»Para la mujer sólo había tres opciones en la vida: casarse, la mala vida o meterse a monja. En un país tan corrupto como España, la de Bringas acabará en la mala vida. Refugio —hermana de Amparo— posa vestida para un artista (¿referencia galdosiana a Lorenza Cobián, madre de su única hija y modelo de Emilio Sala?).
»Hay una correlación entre “La Regenta” —con el magistral y Ana Ozores— y “Tormento” —con Amparo y Pedro Polo— (escritas ambas en 1884).
»“Tormento”, es una novela de interiores, sin protagonista, de antihéroes. Galdós rompe con el romanticismo. Galdós mimaba a sus personajes. Con Galdós se acaba leyendo en primera persona, el él se convierte en nosotros. Aunque sus personajes sean pusilánimes, como todos los españoles. Agustín Caballero es un pusilánime. También lo es Francisco Bringas. Como lo es Felipe Centeno. No lo es Pedro Polo, el cura apuesto del que se apiada Galdós, aunque sea un acosador. Y secundarios como José Ido del Sagrario, como Marcelina Polo son personajes que te dejan con hambre.
»El protagonista es España. El otro protagonista es La Gloriosa, la revolución fracasada, reina ya Alfonso XII. Galdós escribe desde la perspectiva de que nada ha servido para nada. La de Bringas es una pirámide de corrupción. Como ahora. ¿Hasta qué punto está podrido este país? Galdós detesta esa España. Estaría cerca del personaje de Agustín Caballero. No hemos llegado a ninguna parte, como en las novelas galdosianas.
Y sobre la influencia que las novelas del canario han tenido en la literatura española baste recordar a Buñuel, a Max Aub, a Alberti, a Cernuda… Galdós: “El estilo es mentira, la verdad mira y calla”. Tolstoi: “El estilo, mejor limpio que brillante”.
Y acabó con una frase rotunda, que quizás explique aquel rechazo que don Benito sufrió de este país cainita y clerical negándole el pan, la sal, la candidatura al Premio Nobel. Y que aún hoy enzarza a seguidores y detractores galdosianos: “Lo que no le perdonaban a Galdós es que fuera guapo”.
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