Carmelita Flórez
El 15 de marzo de 1871 se fundaba la RSEHN. Pocos días antes, Amadeo de Saboya, recién llegado a España, había honrado al cadáver del general Prim, su valedor, asesinado en la calle del Turco por orden del Duque de Montpensier. Y Jacinta se había hecho con el fruto que en las entrañas de Fortunata, su rival en la alcoba, sembrara su marido Juanito Santacruz. Y doña Guillermina Pacheco, personaje limosnero y pegajoso, alardeaba en la novela de entrevistarse con el efímero monarca saboyano, que le había prometido un dispensario para socorrer a los pobrecitos menesterosos que poblaban las calles de Madrid. Eran tiempos convulsos para la nación, para el pensamiento y para la ciencia.

Aunque anteriormente, en el Siglo de las Luces y auspiciado por el mecenazgo de Carlos III se inició el entusiasmo por el saber, y eminencias como Celestino Mutis, médico, botánico, matemático y sacerdote (algún defectillo debía de tener) iniciaron, en 1772, viajes de investigación por el continente americano. O aquella expedición de Alejandro Malaspina, en 1789, recorriendo las costas americanas desde Buenos Aires hasta Alaska. O posteriormente la Comisión Científica del Pacífico, capitaneada por Marcos Jiménez de la Espada, que apenas unos años antes de la fundación de la RSEHN, de 1862 a 1865, recorrió miles de millas náuticas en su viaje de exploración por Sudamérica y los mares del Sur, atravesando heroicamente la región amazónica desde Guayaquil a Pernambuco.

En ese ambiente romántico de amor al saber, en esa amalgama de personajes nacidos en las páginas de los folletines, del espíritu de la Enciclopedia y de controversias entre creacionistas y darwinistas se creó la RSEHN. Personalidades diversas del mundo de la ciencia y de la investigación han formado parte de su historia: Ignacio Bolívar, aquel sabio, director que fue también del Museo de Ciencias, que abrió las mentes de generaciones de científicos a las nuevas corrientes del conocimiento y que con 90 años tuvo que exiliarse a México en 1939, como tantos otros pensadores privados de la ciencia tras el desastre, donde fallecería cuatro años después; Manuel Martínez de la Escalera, aplicado entomólogo dedicado al estudio casi como un cartujo; el zoólogo, periodista, erudito y artista Ángel Cabrera Latorre, que en sus viajes por el Magreb-el-Aksa, patrocinados por la Real Sociedad de Historia, nos muestra un país vecino con el que íntimamente convivimos, a veces no muy bien hermanados. Una mente privilegiada la de Cabrera, que también tomó, voluntariamente, el camino de la ausencia cuando, en 1925, recomendado por Ramón y Cajal y el matemático Rey Pastor, emigró a la Argentina. Premios Nobeles como el mismo don Santiago, la cima del conocimiento hoy aún en nuestro país, como Severo Ochoa, como Iván Petrovich Pavlov, sí, el del perrito conductista, como Adolf Butenandt, experto en hormonas sexuales, como el genetista Thomas Hunt Morgan fueron socios de la RSEHN y llenaron con sus artículos los boletines que viene publicando desde la fecha de su fundación.

Aquella Junta de Ampliación de Estudios, presidida por Cajal desde 1907 hasta su fallecimiento en 1934, y después dirigida por Bolívar, fue un manantial de sabios como el doctor Juan Negrín, o el físico Blas Cabrera Felipe, o la humanista María de Maeztu y el origen de lo que sería el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (permítasenos citar a Margarita Salas), ligados íntimamente, como la RSEHN al Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Ahora, el Museo de Ciencias acoge una exposición que celebra el 150 aniversario de la fundación de la RSEHN. En ella se exponen diferentes materiales e instrumentos utilizados por los científicos en sus investigaciones, hitos que se alcanzaron con la expansión de sus ideas, así como reseñas del devenir histórico de los hombres y mujeres que pertenecieron a la sociedad de historia natural. Todo ello en el marco incomparable de la gran sala del Museo, un mirador privilegiado desde el que se vislumbra al gran Loxodonta africana, ejemplar cazado por don Jacobo Fitz-James Stuart; o el esqueleto de la ballena, libre de las amenazas del capitán Ahab; o las maravillosas naturalizaciones de los hermanos Benedito. Habrá, además, un ciclo de conferencias en la que se glosarán diversos aspectos que han conformado la actividad de la RSEHN, y en las que se homenajea a sus socios y colaboradores. La exposición permanecerá abierta hasta el 29 de agosto. El próximo 1 de junio, a las 19 horas, Isabel Rey pronunciará una conferencia sobre: La Real Sociedad Española de Historia Natural y el desarrollo de las colecciones científicas del MNCN. Es necesario inscribirse con antelación para escucharla.

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