Agustina de Champourcín
El régimen de Franco mostró su rostro más abyecto, brutal y sanguinario el 20 de abril de 1963, cuando fue fusilado en los acuartelamientos de Campamento, un barrio al oeste de Madrid, Julián Grimau, dirigente del comité ejecutivo del Partido Comunista. Grimau llevaba varios años de actividad clandestina entre Barcelona y Madrid analizando la situación política del país con objeto de declarar la HGP, huelga general política, instrumento de protesta y movilización de masas con el que la dirección del PCE, asentada en París y desconocedora absoluta de la realidad social del interior, pretendía derribar al dictador e instalar la democracia.

Grimau fue detenido el 7 de noviembre de 1962 en un autobús en Madrid por la Brigada Político Social, policía que en aquel momento mandaba el supercomisario Roberto Conesa (el adalid de la lucha contra el comunismo, formado por la Gestapo, colaborador del sátrapa dominicano Trujillo, que siguió prestando servicios a la democracia con el esclarecimiento de los secuestros del presidente del Consejo de Estado Antonio María de Oriol y Urquijo, y del teniente general Villaescusa en la época de Martín Villa como ministro del Interior, en febrero de 1977). Al parecer, Grimau fue delatado por un antiguo camarada de organización, un tal Lara, según contaba el secretario general del PCE Santiago Carrillo. Conducido a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, en el actual edificio de la presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid, fue sometido a torturas, arrojado por una ventana de un primer piso (otras fuentes dicen que desde un tercero) de un patio interior del edificio por los policías que lo custodiaban, sometido a juicio sumarísimo bajo la acusación de auxilio a la rebelión y condenado a muerte.
Las consecuencias internacionales que para el franquismo tuvo esa ejecución fueron nefastas. La aspiración y las expectativas que el régimen tenía de introducirse en las estructuras económicas y políticas europeas quedaron suspendidas por la imagen tenebrosa que el dictador ofreció al mundo con el ajusticiamiento.
No sería el único. Durante los primeros meses de 1963 más de cien miembros de la oposición fueron juzgados por consejos de guerra acusados de rebelión. Y cuatro meses después fueron ejecutados a garrote vil en Carabanchel los anarquistas Francisco Granados Gata y Joaquín Delgado Martínez, acusados sin pruebas de un atentado con bomba en la jefatura de policía de Madrid. Más tarde se revelaría que ellos no fueron los autores del atentado. En octubre, personalidades como José Manuel Caballero Bonald, Enrique Tierno Galván, Buero Vallejo, Juan Benet y otros firmaron una carta en solidaridad con los obreros asturianos. La grave situación política que la dictadura arrastraba se remontaba a la mitad de la década anterior, 1956.
Conviene hacer una pormenorizada exposición de la conflictividad que se vivía en España cuando se llevó a cabo este trágico ajusticiamiento.
PROLONGACIÓN PERMANENTE DE LA GUERRA 27 AÑOS DESPUÉS
«Franco mira Madrid a través de sus prismáticos de campaña y alcanza a ver, remoto, el rascacielos de la Telefónica. Todos los obuses que enviaba contra la Telefónica iban a caer en la glorieta de Bilbao, o sea, un poco desorientados. Los madrileños, a quienes la propia muerte torna muy ocurrentes, a la glorieta de Bilbao la llamaban el gua». (Leyenda del César Visionario. Francisco Umbral)
El 8 de febrero de 1956 hubo un enfrentamiento en la Calle Alberto Aguilera, en la Glorieta de san Bernardo, Madrid, entre falangistas y estudiantes que acabó con un falangista herido por arma de fuego. No se sabe si el disparo procedió de la policía o de los propios falangistas. Franco cesó a Joaquín Ruiz Giménez, ministro de Educación, de talante cristiano demócrata. Y para compensar la balanza, a Raimundo Fernández Cuesta, ministro del Movimiento, falangista. Fueron detenidos, entre otros, Dionisio Ridruejo (Dionisio se pasó media vida entrando y saliendo de la cárcel o confinado o en el exilio), Ramón Tamames (¡ojo al dato!), Javier Pradera, Enrique Múgica, José María Ruiz Gallardón (padre de Alberto), Miguel Sánchez Mazas (hermano de Ferlosio). El día 11 fue detenido también, ¡por rojo!, Fernando Sánchez Dragó. El rector de la Complutense, Pedro Laín Entralgo, falangista, dimitió del cargo.
EL FINAL DE LA AUTARQUÍA Y LA ELEVACIÓN AL PODER DEL OPUS
La situación económica y productiva que sufre España al acabar la Guerra Civil es tan ruinosa que incluso informes reservados de la Wehrmacht recomendaban su no participación en la contienda europea del lado de Berlín. Tampoco el país recibió ayuda exterior para su reconstrucción, el famoso plan Marshall, que recibieron las naciones europeas participantes en la guerra a primeros de los 50. Todo el desarrollo económico se confió a la explotación de los escasos recursos nacionales, puestos en manos de estraperlistas, especuladores simpatizantes con el poder. La autarquía. El grave subdesarrollo del país obligó a un cambio de timón económico en 1957, con el acceso al poder de los ministros tecnócratas provenientes del Opus Dei: los Ullastre, Laureano, Navarro-Rubio, López Bravo y posteriores. La visita del presidente americano, Eisenhower, el 21 de diciembre de 1959, fue el bálsamo que el régimen explotó como éxito de la política exterior de España.
Ese mismo año, 1957, Enrique Tierno Galván es encarcelado en Carabanchel, donde coincide con Dionisio Ridruejo, con el que entabla conversaciones políticas.
EL CONTUBERNIO DE MÚNICH
El 7 y 8 de junio de 1962, a la par de las huelgas que se desarrollaban en la minería asturiana y la protesta obrera generalizada en las zonas industriales, se celebró en Múnich el IV Congreso del Movimiento Europeo, una organización liberal que pretendía unificar posturas con vistas a una unidad continental en torno a la economía, leyes y mercado. En ese congreso se personaron 118 políticos e intelectuales españoles, 38 procedentes del exilio. Asistieron entre otros José María Gil Robles, Íñigo Cavero, Joaquín Satrústegui, Antonio de Senillosa, o Dionisio Ridruejo. La reacción de Franco ante aquella pretendida marea de iniciación democrática que apuntaba débilmente a los cimientos del régimen no se hizo esperar. El mismo 8 de junio fue suspendido el art. 14 del Fuero de los Españoles, una especie de carta magna de derechos y obligaciones que vigilaba las vidas de los súbditos del franquismo. Para los participantes en el congreso quedó el exilio o el destierro en Fuerteventura. «El Contubernio de la traición» lo tituló el diario ABC (09/06/1962).
«Lo de Múnich ha sido el resultado de un meditado plan del Anticristo», predicaba enérgico el integrista Joaquín Pérez Madrigal, próximo a Lerroux durante la II República y después reaccionario carlista y virulento periodista.
«Al producirse las huelgas de Asturias yo estaba a punto de ir hacia allá, porque era la mejor época para el salmón en los ríos asturianos, pero me sacrifiqué para no dar una falsa impresión de despreocupación con respecto a unos conflictos que tal vez tuvieran una base real, pero que estaban aprovechados por activistas y curas soliviantadores que suelen llamarse curas obreros». (Autobiografía del general Franco. Manuel Vázquez Montalbán. Planeta)
En 1965 aumenta la tensión y las protestas estudiantiles. El 13 de agosto el régimen expulsa de la Universidad a los profesores Tierno Galván, Agustín García Calvo y López Aranguren. En 1969 es asesinado por la Brigada Político Social el joven (21 años) estudiante de Derecho Enrique Ruano, que protestaba contra el régimen. Fue también defenestrado desde un séptimo piso de la calle Príncipe de Vergara.
LA DETENCIÓN
Antes del juicio y como para determinar cuál había de ser el resultado de la sentencia, en conferencia de prensa el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, declaró que “este caballerete, Grimau, era un asesino repugnante”.
«Oficialmente se dijo por medio del ministro Fraga que el convicto había recibido un trato exquisito, pero que en un momento de descuido se había subido a una silla y, aunque iba esposado, pudo abrir una ventana y de forma inexplicable había logrado saltar a la calle desde un despacho de la tercera planta hasta el asfalto de un callejón, donde cayó como un guiñapo entre unos furgones de policía allí aparcados». (Ava en la noche. Manuel Vicent. Pág. 239)

«Otra especialidad derivada de los hábiles interrogatorios fue la enajenación transitoria de los detenidos, convencidos de que podían escaparse volando a través de las ventanas y, naturalmente precipitados sobre el asfalto, muertos de la misma perversa utopía que les había hecho disidentes». (Autobiografía del general Franco. Manuel Vázquez Montalbán. Planeta)
EL JUICIO
El vocal ponente militar en el consejo de guerra, Manuel Fernández Martín, carecía del título de licenciado en Derecho como era preceptivo de acuerdo con el título 63 del Código de Justicia Militar, que prescribía como causa de nulidad de las actuaciones judiciales dicha carencia. (Franco, el césar superlativo. Alberto Reig Tapia. Página 226).
Grimau fue juzgado por rebelión militar, que comprendía delitos presuntamente cometidos durante la Guerra Civil veintisiete años antes. Ninguno de los cargos que la fiscalía presentó contra el reo fue probado durante el juicio. Los testigos llamados por la fiscalía en su contra no pudieron asegurar que el reo hubiera cometido ningún delito, ya que se basaban en afirmaciones oídas a terceros o ellos no estuvieron presentes en el lugar de los hechos. El abogado defensor, el teniente Alejandro Rebollo Álvarez-Amandi, era el único que poseía formación jurídica en la sala. «Grimau nunca figuró en la causa general abierta tras la Guerra Civil. Además, no se probó ni uno de los crímenes que afirmaban había cometido. Él fue secretario general de la Brigada de Investigación Criminal y, por tanto, era un policía dedicado a perseguir delitos comunes», recordaba Rebollo muchos años después. Su defensa de Grimau le costó el puesto de letrado militar. Durante la Transición Rebollo fue diputado de la UCD de Suárez.
Y sin deliberación de la sala y tan sólo tras cinco horas de vista oral se dictó condena de muerte.

LA EJECUCIÓN
«El capitán general (García Valiño) telefoneó al general jefe del tercio de la Guardia Civil para que nombrase un pelotón de ejecución. Este (general Zanón) contestó que el reglamento lo prohibía y que la única misión autorizada era la de custodiar el cadáver… La ejecución la hicieron los soldados [de reemplazo], y aunque el reo cayó mortalmente herido [recibió 27 impactos de bala, ninguno le causó la muerte] hubo que darle el tiro de gracia. El ajusticiado rechazó los auxilios espirituales que le fueron ofrecidos. Estuvo tranquilo en el momento de ser fusilado… No me ha cogido de sorpresa la enorme campaña mundial de protesta que se ha desarrollado después de la ejecución». (Franco a su primo Franco Salgado-Araujo, teniente general y su secretario. Mis conversaciones privadas con Franco. Editorial Planeta. Página 503)
«El carácter bárbaro del régimen en general y de Franco en particular se puso de manifiesto con el juicio y la ejecución del comunista Grimau, que provocó una ola de manifestaciones contra el franquismo… A pesar de las repercusiones internacionales, Franco insistió en que Grimau muriese… A las protestas internacionales de la mayoría de los países democráticos europeos y americanos se unió la condena de la Iglesia Católica a través de la encíclica reformista Pacem in Terris, del Papa Juan XXIII… lo que reafirmó a Franco en su convicción de que el Vaticano era un nido de masones y comunistas». (Un pueblo traicionado. Paul Preston. Página 460)
«Areilza, embajador en París, suplicó a Castiella que intentara detener la ejecución. Castiella le respondió que ya lo había hecho, pero que sólo había conseguido enfrentarse a Franco y un gabinete unido. Franco rechazó una súplica del cardenal Giovanni Battista Montini, arzobispo de Milán. El cardenal se convirtió en el Papa Pablo VI apenas dos meses después de la ejecución, el 18 de junio de 1963. Aquello no auguraba nada bueno para las relaciones Franco-Iglesia». (Franco, caudillo de España. Paul Preston. Página 879)
«López de Letona había acudido personalmente el día anterior a la ejecución al despacho del muy influyente director de ABC, Torcuato Luca de Tena, para pedirle que publicase un editorial en demanda de clemencia… No se comprometió el periodista con el ministro [nombrado de Industria con posterioridad], pero al día siguiente, López de Letona suspiró aliviado cuando leyó por dónde iba el editorial de ABC “La justicia y la clemencia”. Tal vez podría salir del consejo de ministros con las manos limpias de sangre». (Autobiografía del general Franco. Manuel Vázquez Montalbán. Planeta)

Del libro MIS CONVERSACIONES PRIVADAS CON FRANCO
20 de abril de 1963
«… Comentamos el número de telegramas que se han recibido pidiendo el indulto del comunista Julián Grimau, fusilado esta mañana. Ha contestado personalmente al enviado por la reina Isabel de Inglaterra pidiendo el indulto: “Sin duda ha sorprendido su buena fe, puesto que Grimau es autor de crímenes horrendo, y por lo tanto lamento, no poder conceder el indulto». (página 500)
27 de abril de 1963
«Digo a Franco que se comentaba que en el consejo de ministros que aprobó la sentencia había unos que estaban contra la ejecución [Fernando María Castiella y Maiz]. Contestación de Franco:
«Para todos fue doloroso tener que aprobar la sentencia, pero era un deber hacerlo… Es verdad que el ministro de Asuntos Exteriores pronunció unas palabras diciendo que había que tener en cuenta la campaña que se desataría contra el régimen y contra mí en el extranjero… No hubo la menor diferencia entre ministros militares o civiles, todos opinaron lo mismo». (Página 502)

EL TRATAMIENTO DE LA NOTICIA EN TVE
«En la televisión, la escueta noticia del cumplimiento de la sentencia capital de Grimau en la madrugada del 20 de abril de 1963 fue acompañada de imágenes de Ava Gardner y de Orson Welles en la Feria de Sevilla. Aparecían los dos en barrera durante una corrida de toros en la Maestranza, ella con gafas de sol y sombrero, él con un puro en la boca semejante al que fumaba en la cola del juicio del asesino Jarabo. Y la noticia se acompaña con anuncios de coñac Soberano, de lavadoras Balay, de la tortilla de patatas familiar entre los pinares de la sierra del horizonte de Marbella, donde se decía que había fiestas paganas junto a piscinas en forma de riñón». (Ava en la noche. Manuel Vicent, página 241)
IRRESPONSABILIDAD DE SANTIAGO CARRILLO
Julián Grimau nació en Madrid en febrero de 1911, hijo de un inspector de policía ingresó por oposición en la misma en 1931 y fue destinado a la Brigada de Investigación Criminal de Madrid. En octubre de 1936 se afilió al Partido Comunista y en las fechas del asedio por las tropas franquistas a la capital, en noviembre de ese año, estaba a las órdenes del delegado de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, Santiago Carrillo. Durante la Guerra Civil se le encargó que investigara a activistas relacionados con el partido trosquista POUM, así como la represión de los integrantes quintacolumnistas que actuaban contra la República en Valencia y Barcelona. Tras la guerra huye a La Habana y posteriormente se traslada a Francia, donde es elegido miembro del comité central del Partido Comunista.
En París, Carrillo, si no estaba en viaje de negocios en Moscú, dirigía a varios agentes que entraban y salían de España, entre ellos Julián Grimau o Jorge Semprún. Fueron numerosas las veces que ambos se desplazaban por el interior, la primera en 1957, con el riesgo de ser detenidos por la policía secreta. Carrillo es ascendido a la Secretaría General del PCE en 1959, tras la renuncia de Dolores Ibárruri en esa fecha. En un informe remitido por Semprún al VI Congreso del Partido Comunista, París, verano de 1962, se argumentaba que Grimau, muy conocido por su pasado de policía y militante comunista, y dada su responsabilidad en el politburó no debería estar en Madrid y que era preciso que volviera a Francia. Carrillo, de vacaciones, aseguró a Semprún que se tomarían medidas para sacar a Grimau de Madrid. Pero no se hizo nada. Carrillo, tras la detención, afirmaba que desconocía el papel que Grimau jugó durante la guerra, que lo conoció en La Habana en 1941, algo falso puesto que Julián estuvo a sus órdenes en Madrid en noviembre de 1936. La denuncia de Semprún de la negligencia cometida por Carrillo le supuso a él y a Fernando Claudín la expulsión del PCE en 1964. (El zorro rojo, la vida de Santiago Carrillo. Paul Preston. Ediciones de Bolsillo)
«El secretario general que envía a trabajar al interior a un militante con el pasado de Julián Grimau —y ello cualquiera que sea el juicio que haya que establecer sobre dicho pasado—, sin someterse a discusión esta decisión, al menos en el Comité Ejecutivo, facilitando a los miembros de este todos los elementos de juicio necesarios, un dirigente así es un irresponsable. O mejor dicho, es responsable de lo que luego pueda suceder». (Autobiografía de Federico Sánchez. Jorge Semprún. 1977)
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
—El zorro rojo, la vida de Santiago Carrillo. Paul Preston. Ediciones de Bolsillo. 2015
—Ava en la noche. Manuel Vicent. Alfaguara. 2020
—Un pueblo traicionado. Paul Preston. Debate. 2019
—Autobiografía de Federico Sánchez. Jorge Semprún. Planeta. 1977
—Autobiografía del general Franco. Manuel Vázquez Montalbán. Planeta. 1992
—Franco, caudillo de España. Paul Preston. Editorial Grijalbo. 1993
—Mis conversaciones privadas con Franco. Francisco Franco Salgado-Araujo. Editorial Planeta. 2005
—Franco, el césar superlativo. Alberto Reig Tapia. Editorial Tecnos. 2005
—De la dictadura a la democracia. Historia de España. Tomo XXV. Editorial Cambio16. 1982
—Pasionaria y los siete enanitos. Manuel Vázquez Montalbán. Planeta. 1995
—Crimen y castigo de la reina de Tardajos. Rosario Consuelo González García. Oportet Editores. 2023
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