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Escaparate ignorado

~ La actualidad examinada

Escaparate ignorado

Archivos de etiqueta: Ignacio Bolívar

Patagonia (II)

20 viernes Ene 2017

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Alejandro Malaspina, Andrew Carnegie, Charles Clifford, Charles Darwin, Comisión Científica del Pacífico, Einstein, Ignacio Bolívar, Isabel II, Junta de Ampliación de Estudios, María de Maeztu, Marcos Jiménez de la Espada, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Ramón Castro y Ordóñez, Ramón y Cajal, Rey Pastor

Viene de Patagonia (I)

Resumen de lo publicado: Ángel Cabrera Latorre fue un eminente zoólogo que vivió a caballo entre dos mundos, España y Argentina, en unos tiempos convulsos en los que la ciencia se entendía como la esperanza que aliviaría las carencias humanas.


Ángel Aguado López


Para mi amada esposa dedico este libro, como recuerdo
de las excursiones que juntos hemos hecho
para cazar o para estudiar muchos
de los seres que en él
se describen.

Así comienza su obra “FAUNA IBÉRICA, MAMÍFEROS” Ángel Cabrera Latorre, publicada en Madrid, el 2 de abril, 1914. Es un trabajo de gigante que aún hoy causa admiración por su preciso y precioso contenido científico reconocido internacionalmente. Y también produce ternura. Al repasar el volumen existente en la Smithssonian Institution se aprecia la caligrafía decidida del naturalista Gerrit S Miller Jr, April, 1915, fecha en que adquirió y firmó su ejemplar. Sí, apenas un año después el libro de Cabrera ya se había difundido por el mundo.
Y es también un homenaje a su maestro, Marcos Jiménez de la Espada, otro científico que con un grupo de valientes realizó una de las expediciones más excitantes e ilustradas que, bajo el reinado de Isabel II, se realizaron al continente americano: la Comisión Científica del Pacífico.
Aquello fue la continuación de la que emprendió Alejandro Malaspina. O del viaje alrededor del mundo que Charles Darwin emprendiera a bordo del Beagle entre 1831 y 1836, estudiando entre otras regiones minuciosamente el estuario del Río de la Plata y la Patagonia.
–Se pretendía mantener la presencia española en las ya repúblicas sudamericanas, que habían iniciado su independencia de España tras la guerra napoleónica –dijo Simón Camus, el guía del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Y prosiguió con –hubo un renacimiento científico en la corte de los milagros. En un período tan lamentable como el reinado de Isabel II en España se desarrollaron proyectos de talla internacional, que dejaron profunda huella en el mundo de la ciencia y de la investigación de la época.

El grupo que le escuchaba lo formaba en su mayoría jovencísimos estudiantes más interesados en washapear que en la réplica del diplodocus de 32 metros que Andrew Carnegie regalara al museo. Julieta Grecó se añadió al grupo. A pesar de su juventud destacaba entre aquellos muchachos porque era la única que tomaba notas del dinosaurio y dibujaba apuntes en un cuaderno de artista.
–La sala de los dinosaurios es una de las más conocidas del museo, sin duda alguna por la réplica del esqueleto que tenemos a mi espalda. El museo, como representante de la cultura e investigación oficial que se practicaba en España sigue la moda de un momento histórico en el que las teorías sobre el origen de las especies, formuladas por Charles Darwin en 1859, se han abierto paso ya en la comunidad científica internacional, y son admitidas casi por unanimidad. Sólo los predicadores y obispos de algunas confesiones pondrán trabas a algo que consideran contrario a sus intereses religiosos, porque la razón y la evidencia científica explican los misterios y son contrarias a la fe y a la ignorancia y al miedo, las causas del negocio perpetuo de las religiones. Hay que tener en cuenta que la divulgación de la cultura y los descubrimientos no se producía en el siglo XIX con la velocidad a la que estamos ahora acostumbrados. Desde la publicación de una teoría, su conocimiento y estudio por especialistas y su divulgación popular en otro lugar y su aceptación o rechazo podían pasar décadas. Y no como ahora, que cualquier noticia que se produzca en el más remoto confín de la Tierra puede ser conocida en cuestión de minutos en el resto del planeta. ¿Conocéis el efecto alas de mariposa que explica la teoría del caos?
sam_4495_webUna musiquilla ramplona atronó al dinosaurio Carnegie y todos los ojos se dirigieron hacia un escolar, que no por eso evitó una conversación a gritos con un emisor remoto sobre Star War, como si aplicara la teoría del caos sin ningún género de dudas. Un profesor abochornado consiguió que el adelantado alumno cerrara su móvil y con un mohín se dirigió a Simón disculpándose. Simón observó cariacontecido el pelaje de su audiencia y no pudo sino constatar que los caminos que la sociedad emprende en materia de conocimiento divergen, la mayoría de las veces, con los que con tanto rigor y entusiasmo indicara aquella generación de ínclitos científicos a los que pertenecía Ángel Cabrera. Prosiguió su explicación.
–La Junta de Ampliación de Estudios, la JAE, se creó en 1907 y fue presidida por Ramón y Cajal hasta su muerte, en 1934. ¿Alguno de vosotros –dijo a la audiencia– sabría decirme quién era Ramón y Cajal?
Un silencio espeso se propagó como incendio veraniego entre la muchachada. «Me he vuelto a equivocar» pensó Simón comprobando que sus previsiones sobre el nivel científico de sus oyentes se confirmaban, estaba en números rojos. El profesor intervino de nuevo para echar algo de agua al fuego de la ignorancia que todo lo sepulta.
–Sí, claro, a ver, tú, Jonathan Darío Rubén –dijo señalando a un chaval con aspecto sudamericano apartado del grupo, como ignorado por el resto de la chavalería, prietas las filas en los adelantos tecnológicos. Y Jonathan Darío Rubén, casi con vergüenza soltó dos frases que hicieron las delicias del profesor por un instante, como si al oírlas se viera recompensado tras años de esfuerzo cultivando aquella estepa baldía, aquel alumnado prometedor al que Ángel Cabrera se refería como el futuro de la patria. El alumno venido de los confines del mundo respondió. –Ramón y Cajal fue histólogo, una de las figuras más señeras de la investigación médica universal que hubo a comienzos del siglo XX. Nacido cerca de Zaragoza, premio Nobel de medicina en 1906.
–Así es –exclamó aliviado Simón. Y siguió su charla.

–Gracias a la JAE España goza de un momento único de esplendor científico. Un hecho irrepetible en su historia. Figuras como Julio Rey Pastor, Juan Negrín, Blas Cabrera, Américo Castro, Menéndez Pidal o María de Maeztu entre muchos otros se beneficiaron de la apertura ideológica y el estudio innovador promovidos por la JAE. Y la primavera renacentista de ideas y de conocimientos que experimentó España alcanzó cotas inesperadas, nunca antes vistas en el rácano y exiguo acervo científico y cultural español.
Simón se dio cuenta de que, tal vez, su lenguaje era desconocido para aquella abúlica masa de estudiantes porque sólo había una chica que tomaba apuntes. Y parecía muy crecidita, sería una profesora, pensó. Rebajó su discurso casi a niveles de espinilla para ser comprendido.
–Precisamente fue Julio Rey Pastor el que trajo a Einstein a Madrid. Fue en febrero de 1923. Einstein era ya una celebridad mundial. Había recibido el Nobel en 1921 y su teoría física había revolucionado por completo el pensamiento universal. Algo parecido a lo que pasó con las teorías de la evolución de Darwin. Ambos eran genios que se anticiparon a su tiempo, a los que la humanidad debe mucho. Posiblemente vosotros os beneficiáis a diario de los progresos y de los estudios que Darwin, o Einstein, o Juan Negrín, o Ángel Cabrera, o Rey Pastor introdujeron en la ciencia. Somos sus deudores. Nos apoyamos en hombros de gigantes.

Y algo eufórico con su discurso Simón traspasó, temerario, una barrera que nunca debió saltar. Preguntó ingenuamente al grupo algo que creía elemental.
–¿Por qué le dieron a Einstein el premio Nobel?
El silencio de los visitantes dejó oír el ruido procedente del exterior del museo. Jonathan Darío Rubén lo sabía, pero no se atrevió a decirlo por vergüenza, por pudor. El profesor tampoco se atrevió a preguntárselo, había desaparecido, escondido tras una vitrina con esqueletos de primates de un humano y de un gorila, ¡tan parecidos son!

sam_4493_web

Una vitrina en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid.

–Sí, por su teoría de la relatividad, aquella célebre fórmula de que E=mc2
Y Simón continuó jurándose que no haría más preguntas.
–Algunas de las ecuaciones que ahora estudiáis ya las enumeró Rey Pastor hace ahora justo un siglo, en 1917, en su libro “Elementos de análisis algebraico”. Por ejemplo, seguro que os suena la expresión hallar el límite de una función polinómica cuando x tiende a infinito…
La cara de sus oyentes mostraba signos evidentes de que Simón había bajado poco el nivel de su discurso, por lo que decidió adoptar el rol de niñera que tantas veces empleaba con éxito. «Es verdad el dicho antiguo de que la letra con sangre entra, pero no ha de ser con la del niño, sino con la del maestro» recordó haber leído de María de Maeztu. Quizás la enseñanza de las ciencias en los últimos cien años no había avanzado tanto como él pregonaba, reflexionó. Y decidió contar la anécdota del dinosaurio y relacionarlo gratuitamente con alguna de las películas pseudocientíficas de éxito reciente.
–El esqueleto del dinosaurio que veis tras de mí es una réplica en resina del original encontrado en 1899 en Pittsburgh, Estados Unidos, durante la construcción de un ferrocarril propiedad de Andrew Carnegie, un industrial del acero, millonario y filántropo… –efectivamente, las anécdotas eran atendidas con expectación entre la audiencia– …el rey Alfonso XIII tuvo conocimiento del mismo tras visitar el museo de ciencias de Londres y ver la réplica que allí se exponía, el célebre Dippy. Así que escribió una carta a Carnegie solicitándole otra copia para el museo en el que ahora nos encontramos. La solicitud fue atendida y Carnegie envió la copia, que llegó a Barcelona en septiembre de 1913 y se trasladó a Madrid por ferrocarril. Tres meses después se abrió al público la exposición del diplodocus, aunque el emplazamiento original… –por un momento se entrecruzó su mirada con la muchacha de los apuntes. Ambos se miraron con curiosidad. Con el grupo no venía, demostraba demasiado interés– …no era este. ¿Alguno de vosotros ha visto Jurassic Park? –preguntó a la audiencia. La respuesta no se hizo esperar, la mayoría de los muchachos había visto la película a pesar de los años transcurridos desde su estreno.
–Pues para diseñar los dinosaurios que aparecen en la película Spielberg se inspiró en el esqueleto original que ¿se encuentra en?… –demandó de repente a los chavales. El silencio le convenció de que era mejor no preguntar. Prosiguió su relato.
–El montaje del dinosaurio lo dirigió J. Holland y su ayudante Arthur Coggeshall, venidos directamente desde Pittsburg. Se formó un equipo con los mejores naturalistas del momento, y claro está, Ángel Cabrera, que tenía formación en Filosofía y Letras, aunque no en Ciencias, estaba entre ellos merced a sus numerosos estudios zoológicos conocidos ya internacionalmente. En ese equipo también estaban por parte española Ignacio Bolívar, Luis Lozano, Francisco Ferrer y Cándido Bolívar Pieltain. sam_4474_copia_webTodos ilustres científicos que habían tomado el relevo de los anteriores investigadores a los que antes me refería. A aquellos que en el siglo XIX se adelantaron a la ciencia en España a través de sus expediciones y estudios por las costas del Pacífico y atravesaron por el Amazonas toda Sudamérica. Es curioso que la primera expedición que contó con un fotógrafo fuera la de Jiménez de la Espada, que llevó durante su primera parte a Ramón Castro y Ordóñez, artista y fotógrafo formado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y que se había preparado para la expedición asesorándose con uno de los fotógrafos ingleses más renombrados y experimentados de la época. Nada más y nada menos que con Charles Clifford, muy conocido en España porque la visitó y la fotografió en multitud de ocasiones a mediados del siglo XIX. De hecho, Clifford murió en Madrid, en 1863, dos años después de comenzada la expedición de Jiménez de la Espada, sin que seguramente hubiera visto ninguna de las fotos de Castro y Ordóñez. Está enterrado en el cementerio de los ingleses, en Carabanchel…
Simón Camus siguió perorando por las salas del museo hasta que despidió la visita en las escaleras de la entrada. Al menos, aquella muchacha del bloc de dibujo parecía interesada en sus palabras. El profesor le agradeció largamente, casi como disculpándose, la brillantez de sus explicaciones. Los chavales expresaron al salir rápidamente su gratitud a la ciencia. Todos se aplicaron en desentrañar el interior de sus washaps que hacía casi treinta minutos que no veían.

Continúa en Patagonia (III)


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Patagonia (I)

16 lunes Ene 2017

Posted by Ángel Aguado in Uncategorized

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Abd-el-Krim, Alfonso XIII, Barranco del Lobo, Dámaso Berenguer, Desastre de Annual, Expediente Picasso, Fernández Silvestre, Francisco Ferrer Guardia, Ignacio Bolívar, Mateo Morral

Ángel Cabrera Latorre (Madrid, 1879 – La Plata, Argentina, 1960) fue un eminente zoólogo e investigador español que desarrolló su carrera tanto en España como en Argentina. Abandona antes de cumplir los 20 años sus estudios en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, a los que seguramente le inclinaría su padre, Juan Bautista Cabrera Ivars, primer obispo de la Iglesia Reformista Anglicana en España, que veía en él el seguidor de su obra pastoral. Sin embargo, se inició como colaborador e investigador en 1900 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, llevado sin duda por su amor a la naturaleza y a los animales. Enseguida amplió estudios de Ciencias en Londres y en París, participó en cuatro expediciones científicas al norte de Marruecos entre 1913 y 1924 y realiza importantes trabajos de taxonomía zoológica y documentación en el Museo, lo que le supone un reconocimiento internacional y ser nombrado académico en diversas academias e instituciones. Rey Pastor le postula y Ramón y Cajal le recomienda para una vacante en el Museo Nacional de La Plata, Argentina, hacia donde parte en octubre de 1925 junto con su familia. Allá realizará una importante labor de investigación científica a través de numerosas expediciones a la Patagonia. Su actividad como profesor también es muy extensa en ese país y seguirá enviando colaboraciones y artículos a la Junta de Ampliación de Estudios y a diversos medios divulgativos durante la República española. Autor de infinidad de artículos y libros recibió numerosas distinciones y honores. Nunca regresó a España, de talante liberal no encajaba en el oscuro, ramplón y torticero ambiente en la que quedó inmersa la madre patria tras el triunfo del terror franquista. Es padre de Lulio Cabrera Aguado, otro eminente botánico, que, aunque nacido en Madrid desarrolló su carrera en Argentina. Tanto él como su familia siempre se mostraron afectivos con la familia que quedó aquí. Sirva este cuento como un homenaje y reconocimiento a un sabio que hizo de la divulgación científica la norma de su conocimiento.

 

angel_cabrera_2Ángel Cabrera fotografiado en Madrid por Alfonso, fecha indeterminada. Del álbum familiar.


PATAGONIA


Ángel Aguado López

Para Melilla embarcamos
Muy alegres y contentos
De todos los que aquí vamos
Sabe dios quién volveremos
Pero yo llevo la fe
en la virgen del rosario
Que dentro del corazón
Yo llevo el escapulario

Además de a sus amantes, Alfonso XIII dispensaba una especial consideración a sus generales. Sobre todo a los africanistas, como el general Fernández Silvestre. Un tío con un par, herido de guerra infinidad de veces en su dilatada carrera militar y que fue ayudante del egregio monarca desde 1915 hasta 1919. Fernández Silvestre era uno más de aquellos guerreros, ¡tantos!, que se quedaron sin consuelo cuando España perdió los restos de su imperio de ultramar, Filipinas y la perla de la corona: Cuba. Cautiva y desarmada la nación, había alcanzado la desmoralización a todos los estamentos de la sociedad y del poder. Era necesario dar salida a toda aquella frustración nacional y buscarle al ejército un entretenimiento con el que, además, realizar un servicio a la patria y recuperar el honor perdido.

En 1904, Francia e Inglaterra ratifican la Entente Cordiale, una manera de repartirse África a su antojo. España se apunta a los despojos y consigue las migajas del protectorado de Marruecos. Una forma de hincarle el diente a un territorio con riquezas minerales. Es 1909, la Compañía Española de Minas del Rif se apresta a extraer todo el hierro que pueda del Rif, y acomete una gestión empresarial basada en los sobornos a los sultanes locales para conseguir su protección en la zona. El accionariado de la Compañía lo forman personajes tan influyentes y aristocráticos como el Conde de Romanones, un terrateniente con inmensas propiedades en Guadalajara, político liberal y jefe del Gobierno en tres ocasiones; y el conde Güell, financiero santanderino, dueño de una considerable fortuna y coleccionista de arte. Su majestad Alfonso XIII no estaba, pero se le esperaba en el accionariado.
El saqueo que Francia y España aplican metódicamente a esta zona de Marruecos crea reivindicaciones entre las cabilas que habitan la zona, en las que se mezclan los nacionalismos, el reparto de los cohechos, el rechazo al invasor extranjero y la lucha por el poder local. Además, España ha mantenido desde 1860 guerras constantes en la región y es considerada como un enemigo.

Los incidentes y enfrentamientos contra los intereses españoles se desatan a comienzos de julio de 1909. Un grupo de trabajadores españoles que construía el ferrocarril minero cerca de Melilla es atacado por cabilas rebeldes, muriendo cuatro obreros. El gobierno conservador de Antonio Maura lo considera un problema de orden público, pero envía a tres brigadas del ejército, formadas en gran parte por reservistas, antiguos soldados integrados ya en la vida civil ajenos al ejército, sin ninguna preparación y con cargas familiares. La escalada de tensión va en aumento, se producen nuevos ataques y hostilidades constantes y el 29 de julio, en el Barranco del Lobo, a escasos kilómetros de Melilla, el ejército español sufre una vergonzosa derrota con más de 100 muertos. Los reservistas son cazados como conejos por los tiradores marroquíes desde las alturas del barranco.

La opinión pública arremete contra el gobierno por una guerra que no quiere y que es costeada con la sangre de los españoles más pobres. En Barcelona se declara una insurrección cuando son embarcados rumbo a Melilla los jóvenes movilizados provenientes de familias obreras sin recursos. Los ricos pagaban y no iban a la guerra. La tensión entre obreros y fuerzas del orden va en aumento y hace necesario el envío de fuerzas policiales y del ejército. Desde el 26 de julio al 2 de agosto de 1909 Barcelona vive una “Semana Trágica” que acabará con la vida de 78 personas y un rechazo al gobierno conservador de Maura y a la figura del rey Alfonso XIII. Además, pacificada la rebelión, el gobierno emprenderá una sangrienta represión contra aquellos que han intervenido en la revuelta ejecutando a cinco personas. Y quizás como venganza de una anterior vejación no resuelta, el atentado contra los reyes el día de su boda, el 31 mayo de 1906, perpetrado por el anarquista Mateo Morral, el gobierno conservador fusiló al pedagogo libertario Francisco Ferrer Guardia, acusado con pruebas falsas de formar parte de los revoltosos y al que se tenía como inspirador del intento de magnicidio de Mateo Morral. Un hecho que provocó protestas internacionales y le costó a Antonio Maura la dimisión. Pero la historia de los militares africanistas no acaba ahí, más bien empieza.
La Compañía Española de Minas del Rif sigue su actividad en el Protectorado de Marruecos mientras que el ejército español sigue pacificando el territorio, más bien sometiéndolo. Los jóvenes oficiales buscan el ascenso rápido por méritos de guerra, solicitando destinos en África, zona de conflictos permanentes. Son los “africanistas”, en contraposición a los “juntistas”, los oficiales y jefes que exigen los ascensos por riguroso escalafón. Es el tiempo de la creación de la Legión por parte de Millán Astray, del ascenso fulgurante de Franco, o de Varela, o de Sanjurjo, o de Mola, o de tantos otros que salidos de la Academia de Toledo alcanzarán los más altos entorchados del generalato durante otra sangría, la Guerra Civil.

El general Manuel Fernández Silvestre era un tío echao palante, tenía tantas heridas de guerra y cicatrices que los toreros a su lado parecían bebés. Estaba decidido a dar un escarmiento de una vez por todas a las cabilas rebeldes cuando fue destinado a Melilla como comandante jefe en 1920. Empezó una invasión progresiva del Rif a pesar de que las fuerzas a su mando estaban mal armadas, peor pertrechadas, mal preparadas y sin ninguna moral. Además, la red de espías con la que contaba el ejército español jugaba con dos barajas, ases que vendían al mejor postor, españoles o rifeños indistintamente. Como colaborador próximo al rey, Silvestre gozaba de una posición de privilegio y engreído en esa amistad y quizás por un exceso de testosterona afrontaba retos temerarios para los que el ejército invasor a su mando no estaba preparado. Así que por su cuenta y desoyendo los consejos que el general comisionado para Marruecos, Dámaso Berenguer, le transmitía se adentró bastante en territorio enemigo sin consolidar los puestos avanzados, defendidos por unos soldados sin demasiado afán combativo ni armamento suficiente, sin demasiado amor por la patria, mal alimentados y en tierra hostil. En julio de 1921, el avance español en el Rif se apoyaba en los blocaos, pequeñas fortificaciones separadas entre sí, sin agua, sin comunicación, que eran un fácil objetivo para cualquier atacante aun con mínimos conocimientos de estrategia militar.

Y Abd-el-Krim era muy listo porque había estudiado en Salamanca, sí. Era hijo de un jefe rifeño, lo que le facilitó el liderazgo indiscutible de las tribus hostiles al colonialismo. Los fortines españoles fueron pan comido para los rifeños. Los soldados de reemplazo que no morían abandonaban a la desbandada sus posiciones y lo que empezó como unas refriegas acabó tomando proporciones de guerra abierta. Fernández Silvestre, en lugar de reducir su avance y fortificar su retaguardia se adentró más en territorio rifeño y prometió a Alfonso XIII la victoria. «¡Ole los hombres valientes!» le telegrafió el monarca con otro par. El 17 de julio de 1921, las cabilas de Abd-el-Krim hostigan al ejército español y cinco días después le han infligido una dolorosa derrota que le supondrá más de 10.200 muertos, entre ellos el general Fernández Silvestre del que nunca se encontraron sus restos, y que sería para España una de las más ignominiosas tragedias de su historia bélica: El Desastre de Annual.

El escándalo y la indignación que originó la catástrofe en la sociedad española fue mayúsculo. Alcanzó tales proporciones que afectó a todas las instituciones, a la monarquía, al ejército, a los partidos y al mismo sistema político. El Gobierno presidido por Allendesalazar dimitió. Se celebraron ásperas sesiones en el Parlamento, se exigió depuración de las responsabilidades, se formó otro gobierno, presidido de nuevo por Antonio Maura (recordemos que en su anterior gobierno se consumó el desastre del Barranco del Lobo) y se encomendó una investigación de los hechos al general de división Juan Picasso, tío del pintor, ya entonces una celebridad universal: El Expediente Picasso.

El general Picasso se trasladó a la zona de los hechos y tomó declaración a más de 70 sobrevivientes del desastre. Examinó los planes de guerra y las cadenas de transmisión de órdenes, fiscalizó todas las acciones, se enfrentó a varios intentos de socavar la investigación, entre otros al general Berenguer, que temía verse afectado de responsabilidades y trató de frenarla. Y tras nueve meses de investigación redactó un expediente de 2.334 folios que iba a ser presentado al Parlamento el 1 de octubre de 1923. Parecía que incluso Alfonso XIII estaba implicado gravemente en las responsabilidades del desastre. Sin embargo, el 13 de septiembre, el general Miguel Primo de Rivera da un golpe de estado con la connivencia del borbón y el Expediente Picasso jamás será dado a conocer a la opinión pública española. Después, durante la «dictablanda» de Berenguer, parece que este se encargaría de eliminar las partes que le afectaban. Mateo Sagasta logra mantener en su poder el Expediente y lo entrega a la República en 1931. Durante la guerra y la larga noche del franquismo el Expediente Picasso duerme la paz de los justos y en 1998 se encuentran, sorprendentemente, algunas partes del Expediente en el archivo del Congreso de los Diputados. Las responsabilidades de los implicados en la mayor derrota militar del ejército español en África nunca serán depuradas.

Un poco antes de las fechas del desastre de Annual, separado de ahí por apenas unos cientos de kilómetros, más al occidente de Marruecos, un naturalista español estudia la zoología de la zona comisionado por la Junta de Ampliación de Estudios. Es, además de un excepcional científico y hombre de paz un dibujante e ilustrador notable y periodista. Se llama Ángel Cabrera Latorre.

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Una lámina dibujada por Ángel Cabrera, de su libro Fauna Ibérica, publicado en 1914. El ejemplar lleva el nombre de Cervus Elephas Bolivari, posiblemente en homenaje a su profesor Ignacio Bolívar, otro eminente naturalista, exiliado en México con 90 años.

Continúa en Patagonia (II)


Para Melilla embarcamos, por Joaquín Díaz

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    • Las bibliotecas mágicas habitadas por libros imaginarios
    • Maratón de Madrid, 2023: La dicha, el dolor y la gloria
    • 60 aniversario del fusilamiento de Julián Grimau
    • Jardín Botánico
    • Soledad Fernández expone en El Retiro
    • Domingo de ramos en Madrid
    • ¡Ha llegado la primavera!
    • 8M: separadas pero revueltas
    • No son molinos de viento, sino gigantes
    • Don Mariano habla de las derechas
Meterse en los charcos

Bloomsday: Magüi Mira reina entre los preclaros varones
Vicente Rojo, el último romántico
Dionisio: Rebelde con causas
Por un puñado de plátanos
TIEMPOS RECIOS. Mario VARGAS LLOSA

Orgullo gay Madrid 2021

Orgullo Gay Madrid 2021

Leer a Jesús Torbado

Leer a Jesús Torbado, periodista, escritor y viajero

JESUS TORBADO, PERIODISTA Y VIAJERO

Leer a Richmal Crompton, la autora de Guillermo Brown

Richmal Crompton, la creadora de Guillermo Browm

LEER A MARÍA MOLINER Y SUS FURIOSOS VOCABLOS

Leer a Juan de Yepes Álvarez

Gonzalo Torrente Ballester

Gonzalo Torrente Ballester

Enmascarados

Enmascarados

Leer a Rubén Darío

Leer a Rubén Darío

El Príncipe de las Letras Castellanas

Berenjenas con Gambas, la memoria gastronómica-lectora de Manuel Vázquez Montalbán

Berenjenas con gambas

Manuel Vázquez Montalbán, In Memoriam

Leer a Rafael Azcona

Humor negro para reírse de la vida

Leer a Azcona, leer guiones de cine

Leer a Carmen de Burgos

Leer a Ferlosio

Leer a Ferlosio

Viaje con Aramburu por la esritura

Ramón y Cajal Un genio de la Ciencia y de la Palabra

Historia de Mayta

ENA: Una reina y un machote

¡Pero que público tan tonto tengo!

Tamara Cifuentes

Consortes, regentes, amantes y elefantes

Las chicas sólo quieren divertirse

El capitán Ahab no tiene quien le escriba

El capitán Ahab y sus furiosos arponeros

Vivan los novios

Rosario y Alfonso.1950

Diálogos de Amor de Ezequías León

Ezequías Blanco, verso y logaritmo

MILENIO, el último Carvalho

QUÉ LEER EN LOS TIEMPOS DEL VIRUS

QUÉ LEER EN LOS TIEMPOS DEL VIRUS

Homenaje a Ángel Cabrera en el MNCN con motivo del 60 aniversario de su fallecimiento

60 aniversario del fallecimiento del zoólogo Ángel Cabrera

Andrés Vázquez de Sola: Humorista

El Humor en los tiempos del virus VIII

La poesía en los tiempos del virus VII

Centenario del fallecimiento de don Benito Pérez Galdós

https://escaparateignorado.com/2019/12/31/centenario-del-fallecimiento-de-galdos/

El joven Galdós a su llegada a Madrid, en 1862, con apenas 19 añitos.

Vicent, el magnífico

Vicent, el magnífico

Manuel Vicent, periodista y cronista de la Transición

Porque están ahí

Carlos Soria, un joven himalayista de 80 años

La montaña y los montañeros

El Black Power y el atletismo

La gloria siempre regresa con quien la merece

Peter Norman rehabilitado 51 años después

Al Caudillo le han dado el paseillo

Madrid está lleno de tumbas de tiranos sin banderas

Madrid está lleno de tumbas de tiranos sin banderas

GALÍNDEZ, asesinado por Trujillo

Franquito: ni miedo, ni mujeres, ni misas

Franquito: ni miedo, ni mujeres, ni misas... bueno rezar, rezaba mucho.

Franquito: ni miedo, ni mujeres, ni misas... bueno rezar, rezaba mucho.

José Manuel Soria, ex ministro de energía, implicado en varios juicios por prevaricación

Justicia criminal

Los españoles que liberaron París de los nazis

Franco fusiló al general Batet por mantenerse fiel al orden vigente

Al general Batet Franco lo fusiló por su lealtad republicana

Niñas al salón que el Sabina está en la ciudad

La poesía valiente de Pascual Izquierdo

La derechuza

La derechuza

Unamuno: Venceréis, pero no convenceréis

Esa mirada con que premian tus ojos mi deseo

Mujeres luchadoras por la igualdad

PATAGONIA, XXII Premio de novela Ciudad de Salamanca

Ángel Cabrera Latorre

El Palacio de Liria bombardeado por la Legión Cóndor

175 aniversario del nacimiento de Pérez Galdós

Los Olvidados

PREMIO TIFLOS 2017

Traidores

Leonor Izquierdo, el amor de Machado

Un torturador franquista: Billy el Niño

El careto de Billy el Niño

Luis Montes

Guggenheim: un veinteañero

La experimentalidad de Juan José Millás

80 aniversario de la Batalla de Brunete

Ángel Cabrera Latorre, un zoólogo universal

Madrid asediado, 80 aniversario de las Brigadas Internacionales

Los Diarios robados de Azaña

85 aniversario de la II República

España mañana será republicana

23F. 35 años después

José Robles Pazos, desaparecido

La amistad entre John Dos Passos y José Robles Pazos.

Queridos míos

¡Ay, qué calor! Julio,2015, Madrid
¡Ay, qué calor! Julio,2015, Madrid
George Mocanu, mosca, 52Kg. Fue en 1997 subcampeón del mundo amateur en Budapest y olímpico en Sidney en 2000 con su país, Rumanía.
George Mocanu, mosca, 52Kg. Fue en 1997 subcampeón del mundo amateur en Budapest y olímpico en Sidney en 2000 con su país, Rumanía.
Aurora, poetisa
Aurora, poetisa
15M 2011en la Puerta del Sol.
15M 2011en la Puerta del Sol.
Emilio Pascual
Emilio Pascual
Voluntario de cocina durante el 15 M 2011 en la Puerta del Sol
Voluntario de cocina durante el 15 M 2011 en la Puerta del Sol
Carrera de tacones de la calle Pelayo 2022

Perdedores: ganador del premio TIFLOS 2017 de cuentos. Obra de Ángel Aguado López. Orgazanizado por la ONCE, Editado por Edhasa-Castalia

PATAGONIA: XXII Premio de Novela Ciudad de Salamanca 2018. Obra de Ángel Aguado López, editado por Ediciones del Viento

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