Agustina de Champourcín
Vuelve la Feria del Libro de Madrid en El Retiro, ese parque lleno de novios ávidos de besos, de ciclistas pacíficos que nunca subieron l’Alpe d’Huez, de cómicos que despiertan la primavera en la cara de los niños, de ilusionistas y magos que revientan nubes de aplausos con sus trucos, de músicos que interpretan boleros a pleno sol los dos, de marineros en tierra abrazando en el estanque a una muchacha, de paseantes que escuchan, miran y ríen, de lectores de aventuras y poemas: Moby Dick se traga al capitán Ahab; Fortunata fascinada por Juanito Santacruz; Robinson Crusoe se encuentra con Viernes un sábado; Pepe Carvalho ya no bebe orujo; el señorito Iván, la Regula y Paco el bajo; hazme un sitio en tu montura caballero derrotado; Guillermo Brown; Ana Ozores en confidencias con Fermín de Pas; Cayetano Salgado y Carlos Deza pelean por poseer a Clara Aldán; o Alfanuhí se hace amigo del gallo de la veleta de Ridruejo…

Y vuelven los poetas de endecasílabos con la esperanza de emocionar con sus versos las almas despreocupadas, de alterar un corazón enamorado, que albergan la utopía de ilusionar al orbe y aprisionar al miedo con sus palabras de seda y jazmín. Y Emilio Pascual de Góngora y Argote, poeta de los altos silos y tejares castellanos, regresa a las blancas casetas de El Retiro para firmar sus páginas escogidas de rimas y de fantasmas buenos que anidan los aleros de los sueños.
Será el sábado 28, de 13 a 15 horas, en la caseta 377, que es número primo y principal. No lo olviden. Están avisados. Y el que no se lo crea que lea lo que sigue:
Don Jesús Herrán Ceballos y la irresistible Lines —editores de Valnera, de optimismo incorregible—, me han citado como a un toro para que en la Feria firme (?), a las 13:00 del veintiocho de mayo, como aquí dice:

Yo, que escucho y obedezco, como en la Puerta Sublime, acudiré puntualmente con el bolígrafo en ristre, esperando que las turbas me asedien, cerquen y hostiguen. Y aunque algunos de vosotros estáis a cientos, y aun miles, de kilómetros, lo anuncio por si alguno se decide a acercarse hasta la Feria, al menos por el palique, para celebrar la vista, siquiera no se rubrique. Y, para que conste, firmo —pero no sello— este afiche, a veinticinco de mayo del veintidós, a las quince. Emilio Pascual
