Gabriel de Araceli

        SECUENCIA ÚNICA. Interior, noche, en una caverna genovesa. Es un lugar húmedo y lúgubre, está todo lleno de ranas que croan y saltan sobre discos duros de ordenador machacados. En una esquina, rezando bajo una foto en blanco y negro, de unos personajes calvos, en calzoncillos, saltando y sonriendo tan felices en una playa remota llena de bombas de plutonio, está el personaje 1, llamémosle ALCALDE, parecido a un bufón de los que pintaba Antonio Moro para su majestad Felipe II. Juega con una varita de roble mientras espera que contesten a su llamada telefónica. La espera se le hace interminable. Por fin alguien, el personaje 2, llamémosle BENITO, contesta al otro lado de la línea. Al personaje 1 le entra pánico, tanto que la varita se le va de las manos y golpea a una rana del cieno, que salta y se posa sobre su hombro.

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El personaje 2 abraza al personaje 1. ¡Ay, qué bonito es el amor! Foto: EFE

ALCALDE

¿Ha llegado Benito? Que se ponga.

    Al otro lado de la línea la respuesta se demora. Se oye una marcha militar con fanfarrias: «…que tú bordaste en rojo ayer. Me hallará la muerte si me lleva y no te vuelvo a ver…» Benito se pone al teléfono.

BENITO (con voz de trueno)

Por España, siempre por España. Dígame, quién es.

ALCALDE

Benito, soy yo, el alcalde

BENITO

Qué alcalde.

ALCALDE

El de Madrid, Benito. ¿Recuerdas que nos conocimos en la verbena de San Isidro, que te regalé la muñeca legionaria que me había tocado en la tómbola? Que firmamos un trato, que me abrazaste como si fuera tu hermano. ¡Jo, qué fuerte eres! Aún tengo moratones en el brazo [rascándose porque la ranita le molesta en el hombro], con esas manos tuyas que parecen de pelotari. ¡Lo que habrán abrazado esas manos!

BENITO (con determinación)

Muchacho, aquí al alcalde lo nombro yo si me sale de los mismísimos. Si no, no.

ALCALDE (acobardado)

Ya, Benito, pero teníamos un pacto. Nosotros os dábamos las concejalías de Hacienda y Ordenación del Territorio y vosotros nos apoyabais en lo del consistorio y echábamos a la vieja esa, a la Manuela… Y a la niña esta que se equivoca tanto y que no dice más que chascarrillos, sí, esa que quiere ir de presidenta a la Asamblea, que también la ibais a votar. ¡Coño, Benito! Haz memoria.

BENITO

Muchacho, yo no me acuerdo de nada, se me olvida todo enseguida. Por cierto, muchacho, lo de cambiar Castellana por Generalísimo y la Gran Vía por José Antonio va en el paquete, ¿no?

ALCALDE

Claro, Benito, Lo que tú digas. Y a Alcalá le ponemos Carrero Blanco, o Arias Navarro, jeje. ¿Te parece bien?

BENITO

Sí, muchacho. Y al Caudillo no lo menéis, que se quede allí, en Cuelgamuros. Porque, si no, me paso por los mismísimos los acuerdos y se me olvida todo de un día para otro. Y lo del orgullo ese de Chueca, a la Casa de Campo, ¿me oyes? ¡A la Casa de Campo! Que ya está bien de aguantar a maricas y a tortilleras por el centro de Madrid, ¡Joder! Que uno es muy macho y mucho español y le tengo que dar esa alegría a mi madre.

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ALCALDE

¡Ay, Benito, hijo, cómo te pones! ¡Qué ordinariez, cómo hablas! Algunas cosas se llevan dentro. El armario cada uno lo llena con lo que quiere. Además, eso no sé, no depende de mí, depende de Pablito, él es el que manda en el partido. Y ahora manda poco. Parece que de lo suyo, nada. No sé qué decirte, no me atrevo.

BENITO

Muchacho, me gustan los hombres decididos. Pablito me la chupa, ya es hora de que sepa lo que es un pacto de verdad. Si quieres ser alcalde tendremos que llegar a acuerdos. Nada de mariconadas. Si quieres ser alcalde, muchacho, nos lo hacemos tú y yo. Y, además, aún tenemos pendiente lo de la Casa Blanca. ¿Recuerdas lo que hablamos de la Casa Blanca?

ALCALDE

Qué Casa Blanca, ¿la de Donald?

BENITO

No, cojones, la de don Floren, muchacho, la de don Florentino. Que queríamos hacer una torre en el Bernabeu de 300 pisos, cambiar el plan de Urbanismo. Llevarnos el estadio a Guadalajara y quitárnoslo de en medio, ¡joder! Que llevamos un año sin ganar nada.

ALCALDE

No sé, de eso del Bernabeu yo… Es que soy del Atleti. Eso lo llevaba doña Espe… tendré que preguntarle. Y ya está muy mayor, apenas si sale de casa. Cualquier día le pillan en un renuncio, que la poli no es tonta. Conmigo no se pone al teléfono, ya no va por la Gran Vía, perdón, Avenida de José Antonio, como una loca saltándose semáforos y aparcando en prohibido. Benito, ¿me oyes? Benito ¿estás ahí?

[Se oye mal. Por la línea, de retorno entra como una marcha militar con fanfarrias: «…formaré junto a mis compañeros que hacen guardia frente a los luceros, impasible el ademán y están presentes en nuestro afán…». Por fin aparece la voz de Benito]

BENITO (contundente)

Pues te pones la camiseta merengue, muchacho, y te dejas de mamandurrias, la de Sergio Ramos, que ese sí que es un machote. ¡Habrase visto, un colchonero como primer edil en Madrid! Y a obedecer, muchacho, a obedecer. Manu militari. ¿Es que no te lo enseñaron en la mili?

ALCALDE (mirando al suelo)

Yo es que no hice la mili, ¿sabes? Me la convalidaron por un máster en Aravaca. Me apunté a un grado on line, a distancia de la Harvard. Emprendedores de West Point, se llamaba. Y en dos weekend, perdón, en dos fines de semana resuelto. Estaba de ministro de Defensa doña Cospe. ¡Jo, cómo me pone doña Cospe!, con esas mantillas, con esas peinetas que se ponía en la procesión del Corpus, muy española y mucho española, aquellos corsés tan apretados que te hacían pecar en solitario, en diferido, pensando cómo iría por dentro, por debajo del brocado negro. ¿A ti no te pone doña Cospe?…

[Se le hace un nudo en la garganta al ALCALDE. Se detiene unos segundos la conversación, quizás haya dicho una irreverencia de la que arrepentirse, piensa. En esa pausa se oye por el auricular una marcha militar con fanfarrias: «…volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz, y traerán prendidas cinco rosas, las flechas de mi haz…» Continúa la conversación el ALCALDE tras un silencio angustioso]

…Eso sí, me salió por veinticinco mil dólares, bueno a mí no, a mi padre. Es que eso de ir a un CIR, con el mosquetón y las guardias no era para mí, un señorito con máster en Harvard. Eso se quedaba para los obreros, para los de a pie, para los de Vallecas. Por cierto, también cambiamos lo de la Asamblea de Vallecas, nos la llevamos a Serrano. ¿Te parece? España necesita emprendedores como yo y como tú.

BENITO

Muchacho, ¿así que no has hecho la mili? Bueno, eso lo solucionamos entre nosotros cualquier weekend, perdón, finde. Conozco una sauna por Fuencarral, que no es Chueca, no señor, no, donde te puedo enseñar la instrucción con un par: izquierda, derecha, izquierda, derecha, un, dos, un, dos, media vuelta. ¡Ar! Te hago un hombre, perdón, un alcalde en un periquete, ya verás lo que vas a disfrutar de soldado rasó. Bueno, también podemos hacerla disfrazados de policías de New York, los dos de negro, como doña Cospe, nos la recordamos in absentia, porque ya está bien de que no haya varones en este país. España necesita hombres viriles, comprometidos con el progreso, que se olviden de eso de la memoria histórica que quieren esos rojeras, esos izquierdistas radicales que buscan el progreso social y el estado de bienestar, erradicar la pobreza, la redistribución equitativa de las rentas, amigos de los refugiados, los derechos y las libertades. ¡Esas mamandurrias de los comunistas! ¡Ya está bien, muchacho, ya está bien! ¡Tú te vienes conmigo a Fuencarral, que te voy a hacer un ALCALDE con mayúsculas! Vas a vivir un pleno a lo grande, muchacho. Y déjate ya de mirar con pena, como pidiendo perdón, muchacho, que tú eres muy español y mucho español.

ALCALDE (temeroso)

No sé, qué decirte, Benito, ¿tú crees que seré feliz? Mejor se lo consulto a Pablito, que es el jefe, que eso de ser alcalde conlleva mucha responsabilidad, ¿te parece? Me escuchas, Benito, ¿estás ahí?

BENITO (gritando)

¡Alcalde, no te oigo! Lo de Fuencarral, seguro, ¿no? Quedamos el viernes que viene. Después hablamos de tu nombramiento. ¿Me oyes, alcalde, me oyes?

ALCALDE (cariacontecido)

Bueno, no sé. Se lo pregunto a Pablito y te llamo. ¿Me oyes, Benito? Apenas si te oigo, me oyes…

La línea se interrumpe, se oyen ruidos espúrios, como si estuviera intervenida por alguna policía patriótica. Suena de fondo, por el teléfono, una marcha militar con fanfarrias: «…volverá a reír la primavera, que por cielo, tierra y mar se espera. Arriba escuadras a vencer que en España empieza a amanecer».

                               FUNDE EN NEGRO, NEGRÍSIMO