El 63 o el 64 —y aquí flaquea un poco mi memoria— mis padres me mandaron a Madrid a estudiar Derecho, y vine a esta corte y entré en la Universidad, donde me distinguí por los frecuentes novillos que hacía… Escapándome de las cátedras, ganduleaba por las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida bulliciosa de esta ingente y abigarrada capital. Mi vocación literaria se iniciaba con el prurito dramático, y si mis días se me iban en flanear por las calles, invertía parte de las noches en emborronar dramas y comedias. Frecuentaba el teatro Real y un café de la Puerta del Sol…

(Benito Pérez Galdós. Memorias de un desmemoriado)

EL RETIRO, ese parque y pulmón de la urbe por el que pasea la libertad y se mueve el amor con desparpajo, crisol de culturas y de razas, de echadores de cartas, de atletas urbanos de media milla, de artistas itinerantes, de pintores alternativos, de fotógrafos minuteros, de ilusionistas, de héroes falsos de cine, gentes venidas de todas las tierras y condiciones, la sonrisa se dibuja en la cara de los niños con el globo de Mickey Mouse y hay hombres orquesta y saxofonistas y tenores y percusionistas que un día actuaron con Iturralde o con Plácido Domingo o en la orquesta de Compay, porque soñar es gratis y cada uno se inventa su grandeza. El abrazo reconfortante, la primera cita, la primera ilusión, el traje de fiesta. El Retiro, un domingo cualquiera del mes de enero, el tímido sol calienta al paseante bajo los castaños deshojados, la alegría baila con la vida en la plaza del ángel caído, los adolescentes descubren el beso asomados al estanque. Sirenas y tritones les hacen un guiño a las gaviotas. Las hurracas, las palomas y los gorriones se disputan el pastel del niño llorón. Don Benito, en silencio, tal vez pergeña una comedia desde su atalaya de mármol.

Agustina de Champourcín


Fotos de Terry Mangino. Domingo, 15 de enero de 2023


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