Palabras de Gabriel de Araceli, fotos de Terry Mangino

Entonces era el más allá, el fin del mundo, donde regresaba siempre el fugitivo, casi un rincón desconocido en la vía láctea de Madrid. El pintor Benjamín Palencia y el escultor Alberto Sánchez se adentraban en aquel bravío buscando nuevas inspiraciones para su arte carcomido por la abulia oficial. 1927. Y Díaz-Caneja y Maruja Mallo y Luis Felipe Vivanco y otros: la Escuela de Vallecas, una reunión de artistas encomendándose a Picasso. La República. La tragedia. El exilio.

Más tarde, mucho después, por allí plantaron sus caballetes Antonio López García y sus amigos los López en busca de la luz infinita del cielo madrileño.

Sus lienzos de entonces: en primer plano un campo de fuego arrasado por la pertinaz, más allá las primeras construcciones modernas. Un barrio que nacía a la vera del cerro del tío Pío.

Ahora es el paseo, la merienda, el beso, aquí donde se juntan los caminos, el baile que agita los cuerpos al son de una orquestina improvisada, ritmos de aquí, échate un bailesito, de allá, nadie te pregunta tu origen. El caserón manchego, al fondo el Guadarrama, las cinco torres, cinco, de Castellana, el Pirulí, el hospital Gómez Ulla —Eduardo Torroja lo reconstruyó—, la estación de Atocha, las torres de Plaza de España —de los hermanos Otamendi Machimbarrena—, el edificio de Telefónica —de Ignacio Cárdenas Pastor—, Torres Blancas —Sáenz de Oiza—, la torre del Retiro —de Luis Gutiérrez Soto—, el “brutalismo” de la Torre de Valencia —Javier Carvajal, su autor— asomándose sobre la masa verde del Retiro. La arquitectura, el urbanismo, la enredadera de Madrid capital dibujada en perspectiva axonométrica sobre el tablero de la vida… el cariño que te tengo no te lo puedo negar, se me sale la babita, yo no lo puedo evitar. Y la tarde llenando los tejados de oro, rojo y azul. El parque de las siete tetas, una atalaya, aquí no hay playa, los puntos cardinales, la caricia, el abrazo, la risa, los amigos de aquí, de allí, del otro lado del mundo rematando el domingo con una mahou, la espuma blanqueándome los bigotes, tus besos robados me adecentan los labios. La ruleta elige tu futuro. No somos más que el capricho del destino. Madrid a mis pies

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