Gabriel de Araceli

     El 8 de marzo de 2018 en Madrid, día señalado universalmente como el de reivindicación de derechos de la mujer, hubo una extraordinaria presencia de público por las calles de la capital. No se recuerda una manifestación, algarabía, fiesta popular o explosión de júbilo tan concurrida en los últimos veinte años. Ni las protestas por la participación de España en la Guerra de Irak, de infausto recuerdo aquellos vaqueros con las botas sobre la mesa, ni los 1 de mayo, casi testimoniales los últimos años, ni las cabalgatas del Orgullo Gay, ni siquiera el funeral por el alcalde Tierno hace más de treinta años, reunieron tanta gente ni tanta alegría como las que albergó el tramo comprendido desde la Plaza de Atocha hasta la Plaza de España, algo más de 2 Km de longitud, completamente abarrotadas de personas. ¿Cifras de asistencia?, imposible saberlo.

    La Gran Vía se convirtió en el mejor decorado para acoger una tarde de vindicación femenina, que sin duda marcará un antes y un después en la lucha por la igualdad en la aplicación de derechos entre hombres y mujeres en la sociedad.

Todas las fotografías tomadas con una cámara digital de hace 12 años y un objetivo Nikkor, 28 mm de distancia focal, f 2,8, de hace 35 años.

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Machismo, no, gracias

Dolores

 

 

 

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