_DSC8850_web.jpgGabriel de Araceli (Texto y fotos: viernes de Carnaval en Madrid)

Tras las carnestolendas, Doña Cuaresma y don Carnal comparten un cucurucho de castañas calentitas como dos viejos amigos y milan el anuncio del año nuevo chino en Usela, un barrio de Madrid. Conversan.

—Que me place, don Carnal, platicar con usted de cosas gentiles y profanas, que campan por el mundo los bellacos, que anda repleto de truhanes y de pícaros, sin que pueda remediarse el desatino al que nos lleva tanto guiso de whatsap y de tabletas.

—Siempre fue así, doña Cuaresma, que infante parecéis con tanta murga, no seré yo quien os descubra las trampas que ocultan los ingenios.

—Pues juro que enterrando a la sardina acabaré yo con tanta molicie, indolencia y desenfreno, que urge sosiego y resguardarse de tanto cachivache, de tanto invento y tanta leche… de burra, que acémilas con anteojeras parecemos.

—Imposible tarea se me hace remediar lo irremediable, señora mía. Que por más que adoctrine al catecúmeno y persiga vuecencia la herejía no ha de lograr parar el tiempo venidero. Y si ahora pintan bastos ni con oros detendrá los nuevos usos, así que serénese y temple en copas lo que no puede batirse con espadas.

—Metafísico estáis, don Carnal.

—Es que no como… que me han cambiado el relajo por teatro, que todo es espectáculo y no queda ya ni chirigota, que han domesticado la farra y el bullicio y lo han tornado en baile de salón, en sacristía, en recato. Procesión más bien parece antes de tiempo el tiempo que debiera ser irreverente.

—Pues yo no tengo queja, don Carnal, que todo me parece muy decente y apropiado, sin dar pábulo a la orgía, todas las calles contenidas de dulces bailarines y alegres cofradías, sin trifulcas, sin gritos ni susurros, muy recto y respetable, sin agudo sonar de chirimías.

—Triunfo es el orden del Justicia, que no hay vuelta atrás, con tanto temor y tanto miedo nos han robado el carnaval, domesticado en desfiles y trajes regionales, sin sorna, sin chanza, pasacalles infantiles e inocentes.

—Pues eso es lo que quiere la gente, don Carnal, no se me ofenda, que para ser usted tan talludito cree aún en libertades y librespensamientos. Y eso, don Carnal, bien lo sabe, se quedó en los tiempos del buen amor del Arcipreste y no en los actuales._DSC8864_web

Don Carnal bebe a morro de una litrona. Se la pasa a doña Cuaresma, que le da un viaje a la Mahou que la deja temblando. Don Carnal se queda pasmao de la aplicación cervecera de la doña, que le interpela.

—¿Y qué me dice usted, don Carnal, del año nuevo chino en un barrio de Madrid que Usera llaman?

—Un cuento chino, otro desfile, un espectáculo de masas, llenas las calles, prietas las filas, como en redil de ovejas amansadas.

—Andad, don Carnal, que estáis muy malcriado con esa lengua que a todo pone inconveniente. Sed más diligente y resignado, que a todo ultraja el triste pensamiento.

—Pues cómo no he de penar con tanto orden, que desorden era, en tiempos, carnaval. Y la fiesta del año nuevo chino camino va de convertirse en un pastiche, con tanto colorete y concejal, incluso anuncia su presencia la BBC y el New York Times, como si eso fuera noticiable y no farándula.

—Pues a mí me parece muy prudente, que se hable de los chinos en Usera, y menos de ese torpe presidente que quiere poner en México barrera.

—A su tiempo cada cosa. No se vuelva de los chinos portavoza. Y no confunda más, doña Cuaresma, a la pública opinión con el truco del manco. Que tanto engaña el que muestra lo indebido como el que la verdad oculta y la enmascara con finales felices y cuentos chinos.

Doña Cuaresma y don Carnal se acaban el cucurucho de castañas y se van amarraditos los dos de la mano, espumas y terciopelo, lejos del bullicio mendaz y amalillo de Usela.

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Desfile del año nuevo chino en Usera, un barrio de Madrid, fotos de 2016 y 2017

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