Etiquetas
Aristocracia financiera, Club Bilderberg, Club de Roma, Comisión Trilateral, Conspiración, Daniel Estulin, FMI, Henry Kissinger, Illuminati, Nuevo Orden Mundial, Sociedades secretas
Una fotografía difundida en Facebook muestra a Henry Kissinger en la segunda fila de una grada. El viejo zorro se inclina hacia delante, mientras parece vigilar atentamente a tres ex presidentes españoles –González, Aznar y Zapatero–. Los políticos, en posición de firmes, contemplan una misma escena y aprietan los puños con gesto preocupado. El comentarista compara a Kissinger con el auriga conductor, pero se pregunta con perspicacia sobre quién se sienta detrás del trono. Lo cual implica, al menos, una cadena de mando de carácter infinito o circular, y apunta hacia los diferentes papeles en los que se abordan las teorías conspiratorias y, en particular, al club Bilderberg. La idea de una trama inspiradora de un Nuevo Orden Mundial ha llenado páginas durante las últimas décadas y ha dado publicidad consentida a las diferentes cofradías que la conforman, a veces con los mismos componentes, como consejeros de una multinacional tentacular que se manifiesta de manera diversa y adopta ropajes complementarios. Al fin y al cabo, la organización de las sociedades secretas no es un invento exclusivo de la mafia siciliana, aunque puede que sea un hallazgo romano, tal vez como consecuencia del éxito de la iglesia católica en su imparable desarrollo y establecimiento universal. El club Bilderberg –del que Kissinger es miembro relevante–, el de Roma, la Comisión Trilateral, el FMI o hasta el Papa Francisco serían algunos focos o manifestaciones de la conspiración, aunque resulta difícil identificar el contenido ideológico de cada versión, tal vez con el factor común de la sinarquía como elemento presente en el argumento de todas ellas.
Para investigadores de lo extraño, charlatanes de los medios y conspiracionistas convencidos, como el ruso Daniel Estulin –quien presume de haber trabajado en la agencia rusa de contraespionaje, y ha encontrado en su interés por las tramas ocultas una forma de vida–, la conspiración existe, y en ella participan banqueros y barandas de importancia, junto a elementos representativos del capitalismo internacional, si bien no suele aclarar si se trata de una hidra con muchas cabezas, o de diversas manifestaciones con objetivos similares. Su tesis de una “aristocracia financiera del propósito” ha seducido hasta al mismísimo Fidel Castro, que se ha manifestado entusiasmado acerca de los escritos de Estulin, tal vez porque una parte de la explicación le sirve para explicarse a sí mismo y justificar su longevidad política. En realidad, desde el vasto poder que la literatura especializada en amenazas cósmicas atribuye a los Illuminati, hasta la contienda eterna que, al menos en la ficción, mantienen las sectas Jedi y Sith, el funcionamiento del mundo parece el resultado de una lucha permanente entre bandas oscuras, en las que ángeles y demonios forman parte, alternativamente, de una y otra facción. Como si todo fuese parte de ese juego infinito que Borges situara en un tablero de ajedrez gobernado por el destino, cuyos cuadros negros y blancos el poeta y astrónomo persa Omar Khayyam imaginara como el escenario en que se suceden las noches y los días.
Rafael Alonso Solís
©Fotografías de Ángel Aguado López
Temas relacionados: ¿Quién manda en el IBEX35?
Las peteneras del señor Alonso Solís siempre me resultan gratas, amplían mis conocimientos y enriquecen mi vocabulario. Todo un acierto de este Escaparate.
Enhorabiena a ambos.
Me gustaMe gusta
Pingback: EL PAÍS | Escaparate ignorado