Que por marzo era, por marzo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión; que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba al albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón.

Agustina de Champourcín pide disculpas al anónimo autor del poema anterior por haberlo transmutado. Échenle la culpa al calentamiento global: cuando marzo mayea mayo marcea.
Fotografías de Terry Mangino
¡Ay, qué bonito es el amor!























