Teodosia Gandarias

La belleza, tallar en el cristal la espuma de un poema, el vaho de las palabras repartiendo flores y lunas de versos, tejer sin cesar el placer de las transparencias en la incomparable soledad del paraíso impensado del hielo, o del fuego que emana del destello de la quimera.

Ana de la Robla ha reeditado su poemario Reloj de Agua. El Agua del Reloj. Unos versos con los que ganó el Premio José Hierro en 1995. Rafael L. Setién le ha ilustrado sus páginas con círculos, lágrimas, acantilados, azogue, barcos, pétalos… Y Emilio Pascual se lo ha editado en un libro que los ángeles se disputan en el cielo porque forma parte de la gloria.

La gloria de leer a Ana de la Robla, ese placer reservado a aquellos que saborean la siembra de besos y la seda del silencio. El lujo de leer a doña Robla reservado para muy pocos, el elixir secreto de la poesía.

Te envuelves en sedas
desmayadas de añil;
juegas a la sorpresa del lirio
que trepa por los oscuros
acantilados
siembra de besos y voces; 
que solo logra lo naturalmente 
silencioso; 
hablas y así te quiebras como agua, 
en peldaños espumosos. 
¿Qué me buscas? 
Todo te lo di ya. 
Hasta mi muerte.  

 

Ana de la Robla, en el centro, rodeada por Rafael L. Setién, ilustrador artista, a la izquierda, y Emilio Pascual, editor de su poemario, el pasado 22 de julio en Santander.

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