El día de Phillis Wheatley

Rafael Alonso Solís

El pasado 16 de octubre se celebraba el Día de las Escritoras. En las semanas anteriores se había producido en Canarias un agrio debate sobre la oportunidad y el posible desacierto de una exposición sobre artistas y poetas, que ha terminado con la interrupción de la muestra y un cruce de descalificaciones entre los responsables de la misma y sus detractores. Hoy se cumplen doscientos cuarenta y dos años de la liberación de Phillis Wheatly –la primera poeta negra afroamericana que publicara un libro de poemas– de la esclavitud, tras el fallecimiento de su amo y maestro, John Wheatley. Las escasas referencias biográficas dicen que Phillis había nacido en la costa Oeste de África, tal vez en Gambia o Senegal. Trasladada como esclava con siete u ocho años a Boston, fue adquirida por una familia de Nueva Inglaterra, los Wheatly, que la enseñaron a leer y fomentaron su afición por la poesía. Es de suponer que siendo mujer, negra y esclava, la vida de Phillis no debió ser un camino de rosas y que, hace más de dos siglos y medio, el esfuerzo personal de dedicarse a la literatura desde esa perspectiva debió constituir una aventura de tintes heroicos. De hecho, los primeros años de su vida no fue considerada otra cosa que una mercancía, habiendo sido vendida en varias ocasiones hasta ser comprada por Wheatley. Dicen las crónicas que los Wheatley, especialmente los hijos de John, proporcionaron a la joven Phillis una educación que no solo era insólita para una esclava, sino para una mujer de la época. Que Phillis estaba capacitada para empresas literarias de altos vuelos lo sugieren el hecho de que a los doce años fuera capaz de leer en griego y latín, y que a los catorce escribiera su primer poema, dedicado a la “Universidad de Cambridge”. A la edad de veinte años, algo antes de su emancipación por los Wheatley, Phillis publicó su primer y único libro en Londres, el primero también de una escritora afroamericana, con el título de Poemas sobre Asuntos Religiosos y Morales. No mucho después, desaparecidos sus mentores, con veinticinco años la joven poeta se casó con John Peters –también un negro emancipado–, con quien tuvo varios hijos, de los que fallecieron al menos dos debido a las míseras condiciones de vida de la familia. Phillis malvivió durante pocos años más, escribió cartas y poemas a ciertos personajes importantes de la época, intentó, sin éxito, publicar un segundo libro y murió en 1784, con tan solo treinta y un años. Es difícil saber cuáles fueron realmente sus posiciones acerca de la esclavitud, ya que en algún poema parece estar agradecida a su situación, que le había permitido pasar del Paganismo a la Cristiandad, mientras que en otro se refiere a su condición pasada como un destino cruel. La distancia abismal entre la joven negra que quería ser poeta en el siglo XVIII y las dificultades para cualquier mujer en el nuestro no puede ocultar la permanencia de la brecha.