Carmelita Flórez

Podemos decir que, sin exageración, es algo extraordinario la luz e inspiración con que escribe Ezequías Blanco en prosa y poemario*. Porque a su faceta de cultivador de los jóvenes espíritus adolescentes, matemático de cuadernos cartesianos, capitán pirata suburbial desfacedor de la ignorancia como profe de Literatura en el erial de la dura “banlieue” madrileña durante varias décadas, se une la de divulgador de la literatura e investigador académico meticuloso de los diálogos del Inca Garcilaso. ¡Casi nada! O la de cronista festivo, con sus monos que estornudan, de los lances que los caballeros castellanos permitían, autorizando a sus señoras, a refocilarse con amantes espontáneos que suplieran sus limitaciones masculinas propias de edad avanzada, satisfaciendo así, grácilmente, el deseo volcánico de tan jóvenes doncellas. ¡Ay, el amor!

Por eso, Blanco sobre negro, su flujo poético no cesa y sin tasa sigue manando suave y persistente. Y no flojea en él la cosa de rimar a saco versos ni escasea su caudal flamante y resistente de casar asonantes y diptongos sea en los Andes, sea en Getafe, en Paladinos, en el Congo, sea en Guadix incluso en Flandes, que sabe, Blanco, que las letras causan temor y recelo y ansia de belleza derramada. O flagelo, cuando suenan escuchadas por la amada con flema y saña, ahuyentando la sordera flácida de las orejas sordas y vacías. Sí, Ezequías.

Y el que tenga dudas de todo lo anterior que se lea esta canción, si se atreve, pero que sepa que se arriesga a que se le pongan los pelos de punta y el falo en erección eruptiva. Aunque sea calvo sin solución afectiva.

Ezequías Blanco en su castillo de Getafe.

CANCIÓN

(Sic transit gloria mundi)

Ya no usamos cerillas/Ya no leemos libros de poemas/Ya casi no vamos al cine/Ya no escribimos cartas/Ya no comemos queso/Ya no hacemos el amor/ Solo follamos/Voló Cupido con sus alas cortas/pero queda el deseo/(¿O era al revés?)/Ya no jugamos al billar/(ni futbolín ni chocolate)/pero tú estás preciosa/Ya no soñamos con elefantes naranjas/ (tacha naranjas y pon persas)/ El tiempo ya no tiene dimensión/como las decisiones de las uvas/Mírame con fijeza/Ya no soñamos/ con ser canciones de protesta/Ya no usamos cerillas/(ya lo he dicho)/ ¿Cómo mantendremos el amor entonces/¿La llama del amor?/Hay genocidio en Palestina/y hay guerra en otros lugares del mundo/ Es de locos joder. Esto es de locos/ Ya tienes nuestra comprensión/Toma un vino en el bar/ y siente la alegría/Trabajo en un poema para ti/ ¡Quién quiera pelear/ que se quite la máscara!/ Sic transit gloria mundi/La cuestión es social/ Una prisión anarquista/ La grieta en la pared es tentadora/Me gustaría saber tocar el piano/(¿Y a quién no?) Llueve/ Cae el agua en cascadas/ como caían  tus cabellos/sobre tu espalda adolescente/ Mis versos no son míos/ Ya no vamos a los torneos de nada/Hay chicas que prefieren caerse muertas/ antes de querer a quien las quiere/ ¿y yo qué puedo hacer?/ Tú puedes hacer mucho/ (me dice la conciencia pero no especifica)/La vida flota en las aceras/ como un solo  de una guitarra eléctrica/ viendo pasar un tren/ Como una gran bola de fuego/ Ninguna razón hay si no hay amor/ ¡Qué miedo las pistolas!/ Cariño no habrá nunca nadie/ que se parezca a ti/Ya casi no vamos al cine./(No lo repitas más)/Ahora debo marcharme/ Me invade la tristeza/ de las palabras que se escriben/sobre el agua dormida/ De todas formas estoy bien/ ¿Preferirías ser un pez?/ A esta canción le sobran ya/ todos los versos.

Que reste-t-il de nos amours?

Foto de Terry Mangino. Fuenlabrada, periferia de Madrid, 1990.

* Homenaje a nuestro admirado Javier Krahe, que con su guitarra y su bonhomía escéptica se estará tomando unas cervezas en la trastienda del Café Central riéndose de todos nosotros, míseros mortales, desde su alcanzado universo de la gloria eterna.


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