RAS
EL PERSONAL SANITARIO se ha manifestado en diversos lugares para denunciar el deterioro de la atención primaria, la escasez de plazas de residentes, los insuficientes recursos humanos y la carencia de medicalización en las residencias de mayores. La pandemia les hizo trabajar a destajo con los medios del siglo anterior, mientras la población más frágil iniciaba un viaje sin retorno desde una habitación vacía. En realidad, el aviso de las mareas blancas se había producido antes, cuando la voz de la primera línea frente a la enfermedad salió a la calle, encontrándose la indiferencia o la chulería como respuesta. Aún siendo una opinión de urgencia, las primeras señales que emite la política no sugieren apuestas inteligentes, sino habituales. Tal vez lo positivo sea la apariencia de que, al menos en el caso de la sanidad, la mayoría de los partidos políticos parecen dispuestos a compartir una mirada común y buscar un acuerdo. Mientras tanto, hay aún demasiadas banalidades en las propuestas que parecen elaborarse en las diferentes autonomías, entre simplezas identitarias, frivolidades características de campañas electorales o empecinamiento en la defensa de los grandes principios de la derecha en la consideración de la sanidad como una oportunidad de negocio. La emergencia latente ha mostrado la debilidad del sistema de salud pública en medios, infraestructuras, planificación, capacidad de respuesta, investigación, tejido industrial y recursos humanos. ¿Era esta la mejor sanidad del mundo, tal como se había sostenido? ¿Conocían la verdad los responsables y les tenia sin cuidado, toda vez que el discurso político permite decir cualquier cosa con la seguridad de que no tendrá consecuencias? ¿Existe un plan para fortalecer el sistema de salud, capacitándolo para afrontar las necesidades actuales, las previsibles y las imprevisibles? ¿Es posible acordar una transformación de la educación y dotar al alumnado de los instrumentos precisos para entender de manera crítica la realidad, la interrelación entre las diversas manifestaciones de la vida, el papel de la cooperación como elemento crucial en la evolución del universo, o la responsabilidad de los seres humanos en el inestable equilibrio entre la salud y la enfermedad del planeta? La tragicomedia representada en el escenario político no induce al optimismo, y la receta de amalgamar turismo con cemento se anuncia otra vez como idónea para cultivar ladrillos en la huerta, promover la resurrección del pelotazo y construir un país de camareros. Las ilusiones de los revolucionarios de los sesenta o de los conspiradores acuarianos de los ochenta se diluyen cíclicamente como consecuencia de la vanidad de los profetas, enfundados en el dogma de cada grupo y cada secta. El conflicto entre la realidad y el deseo siempre encuentra dificultades para descubrir caminos y aprender a recorrerlos con sentido de colaboración. Aunque difícil, puede que merezca la pena intentar que nuestro modelo de convivencia se transforme en otro basado en el diálogo, evitando la polarización que afecta a una especie que, tras dominar el universo en que nació y creció, parece decidida a desaparecer con él, como resultado de sus intervenciones comerciales.
[RAS es Rafael Alonso Solís, ex-catedrático de Fisiología y ex-vicerrector de la Universidad de La Laguna, Tenerife].
Recuerda que yo ya no soy ni catedrático de Fisiología (salvo que se dijera «jubilado», y suena peor) ni vicerrector (que eso lo fui en el siglo pasado). Pon simplemente mi nombre.
El lun., 29 jun. 2020 a las 10:47, Escaparate ignorado () escribió:
> Ángel Aguado posted: » RAS EL PERSONAL SANITARIO se ha manifestado en > diversos lugares para denunciar el deterioro de la atención primaria, la > escasez de plazas de residentes, los insuficientes recursos humanos y la > carencia de medicalización en las residencias de mayores.» >
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