Agustina de Champourcín

Apenas si se conocía un cuadro de ella expuesto en el Museo Reina Sofía entre las pinturas de los artistas de vanguardia residentes en Madrid que sufrieron el sangriento estallido de la Guerra Civil: “Adán y Eva”. Un óleo en el que muestra su admiración por la pintura de Albert Durero componiendo de una forma muy personal, vestidos ambos, a las figuras de los primeros padres que el pintor renacentista alemán pintara desnudos, y del que imita su personal rúbrica. Por eso, contemplar su obra que ahora se muestra en el Museo Thyssen es una agradable sorpresa al descubrir la sensibilidad de una pintora rescatada del olvido.

Rosario de Velasco nació en Madrid en 1904. Marcada en su juventud por los tiempos convulsos que le tocó vivir se relacionó con el mundo intelectual, político y artístico de los años treinta. Fue discípula de Fernando Álvarez de Sotomayor, que fue director del Museo del Prado y tuvo que exiliarse a Francia al estallar el conflicto bélico. Reside en los cuarenta en Llavaneras, Barcelona, donde tal vez conociera a Dionisio Ridruejo y donde se dedicó de lleno a su arte, participa en varias exposiciones y concursos de pintura donde obtiene varios galardones, aunque sufre las limitaciones que la política y la sociedad de aquellos años imponía a las mujeres. Tiempos difíciles para el arte femenino. Aun así, tiene obra comprada por el estado francés expuesta en el Centre Pompidou, de París.   

Adán y Eva

Recopilar sus obras dispersas y desconocidas fue el empeño de su nieta Toya Viudes, que valiéndose de las redes sociales lanzó una llamada de búsqueda para recabar el paradero errático de sus cuadros diseminados. Con éxito sorprendente. La exposición reune por primera vez telas propiedad de particulares que nunca supieron la trayectoria de la artista, ignorada para el gran público. Hay alguna obra con sabor quattrocentista que parece inspirarse en Boticelli, junto con cuadros de contenido costumbrista o propios del expresionismo que recuerdan a Gutiérrez Solana. O con elementos cubistas o prerrafaelistas propios de un realismo mágico llevado al lienzo. También se muestran dibujos e ilustraciones que realizó para obras literarias y novelas infantiles. Tuvo amistad con escritoras como María Teresa León, o con Pilar Primo de Rivera.

Rosario de Velasco falleció en Barcelona en 1991. Francisco Umbral le dedicó en 2003 un artículo en el que reflexionaba sobre la artista y su cuadro “Adán y Eva”: «…nos recuerda a Zurbarán por la fiebre humana y templada de la carne, por la majestad de los semblantes aldeanos del hombre y la mujer».

El panorama de su obra pictórica y de ilustración se podrá ver hasta el 15 de septiembre, una artista casi desconocida cuya obra suscita en los espectadores y la crítica admiración.