Gabriel de Araceli

HABLA DON MARIANO RAJOY EN EL ATENEO DE MADRID. Presenta el libro “Historia de las derechas en España”, de Antonio Rivera Blanco, catedrático en Historia de la Universidad del País Vasco. Es en la misma sala, llena hasta la bandera de un público letrado y bien vestido, que escuchó en el pasado los pasos silenciosos de Valle Inclán, del doctor Marañón, de Azaña, de Unamuno, de Fernando de los Ríos… Don Mariano, lejos del navajeo del hemiciclo, se comporta con la autoridad del que se sabe por encima de la política, parece un patriarca que emite doctrina inmune a las críticas. Le gusta su papel de filósofo que emana sabiduría gratis, un consejero que examina la historia desde la asepsia que da la experiencia del mando.

El historiador Antonio Rivera y Mariano Rajoy durante la presentación del libro "Historia de las derechas en España", en el Ateneo de Madrid.

El historiador Antonio Rivera y Mariano Rajoy durante la presentación del libro «Historia de las derechas en España», en el Ateneo de Madrid.

Don Mariano se confiesa moderado: «Mesura frente a los excesos», y glosa al autor, miembro del Parlamento Vasco por el PSOE, y a su obra: «El libro lo puede leer un español de izquierdas o uno de derechas sin que pase nada». Y como un viejo profesor que predicase desde el púlpito del conocimiento cuenta los momentos culminantes que conformaron la historia reciente de España: «Aquí hemos hecho una constitución cada cuarto de hora; la de 1876 y la de 1978 son las que ahora rigen la convivencia en nuestro país». Aunque confiesa que «No me gustan las excursiones por el pasado. Cánovas era un modelo inaceptable… Romero Robledo “organizando” las elecciones…». «Los modelos que la derecha ha defendido han variado a lo largo de la historia». Y aplaude la estabilidad la «aproximación de principios y valores que ambas opciones, izquierdas y derechas, defienden».

Ha venido preparado don Mariano. Su disertación es la de un sabio presocrático, un teórico y ensayista de la res pública. «Europa se unió en 1957 con el Tratado de Roma. Era precisa la paz, la apuesta por la democracia liberal y el progreso económico y social». Y cree necesario para el país el consenso de la Ley Electoral que mantuvo durante su mandato. Don Mariano reflexiona en voz alta sobre la aparición de los extremismos que han sacudido en los últimos años el panorama político español. «El problema de España son los populismos. El adanismo; el “mundo feliz” (por los reclamos patrióticos de los nacionalismos); el monopolio de la virtud y de la moral que se atribuyen; el desprecio de la ley (la democracia no está por encima de la ley); los desahucios, la ley está para cumplirla. Esos populismos generan división en la sociedad, y eso es contagioso. Se han roto actualmente los consensos, el clima de unidad que se vivió en la Transición con la Constitución del 78 ya no existe».

«Nosotros no somos de los nuestros» comienza el autor del libro refiriéndose al oficio de historiador y la necesidad de mantenerse imparcial ante los hechos. «No creo que las derechas nazcan con un pecado original. Ni las derechas tienden a la unión ni las izquierdas a la división» señala el profesor Rivera Blanco, que describe en su obra los tres preceptos que han seguido en su camino las derechas: «Dios, patria y rey. Un dios que ahora ha sido sustituido, con el acuerdo de todos, por el laicismo. Una patria y un rey que guiaron el norte de las derechas. Y cuando no ha sido así, durante las dos repúblicas, las derechas lo han condenado con un vade retro, satanás. Rezar, nación y trono. Y una concepción patrimonial del país como algo que les pertenece». «España es el resultado de una contingencia. Democracia y mercado deben ir moderadamente juntos. La política no es geología, cambia». Y pone el ejemplo de la evolución ideológica que siguió Jovellanos, reformista y moderado a la vez, entre el orden y la libertad, perseguido por ambas corrientes. Para hacerse finalmente una pregunta sobre la actualización de la figura controvertida del periodista Chaves Nogales: «¿Dónde lo colocamos?».

Las palabras de don Mariano Rajoy, liberales, templadas y ecuménicas parecen fuera del tiempo y de la coyuntura política, reflexiones emanadas por Montesquieu, hablan de conceptos abstractos, amables, difíciles de aplicar en la confrontación parlamentaria, buenas intenciones para deleite intelectual de una galería de eruditos y estudiosos alejados de la refriega del poder. Un jarrón chino decorando un rincón del palacio, sin uso, de la democracia.